He participado, en Cuenca, en un foro organizado por la Red Nacional de Pastoral Ecológica. Concurrían más de 200 delegados de todo el país: gente de Cáritas y de organizaciones sociales preocupadas por el cuidado de la Casa Común y, muy especialmente, de este Ecuador que, degradando la tierra y el agua, parece que se nos va de las manos.
Al respecto, quisiera repetir aquí algunas de las cosas aportadas en el foro. El tema no es algo exótico, privilegio de unos pocos iniciados o, como diría el sabio de antaño, ecologistas infantiles que no tienen otra cosa que hacer. El asunto nos afecta a todos y todos somos responsables. También creo que le afecta a mis amables lectores. Por eso les digo:
1. Apoyarás la causa de los pobres. Porque las principales víctimas de la crisis ecológica son las poblaciones más pobres de la tierra y de nuestro país. A ellas les toca sufrir las consecuencias más duras de la degradación ambiental. Piensen en cosas tan evidentes como los quebrantos de la salud, el trasiego de los migrantes medioambientales o el dramático acceso al agua potable de los más pobres. Y pongan atención a las comunidades fronterizas de Esmeraldas o las indígenas de los páramos de Chimborazo.
2. Apreciarás la diversidad de nuestro mundo. Son muchas las especies que están desapareciendo. Muchas tienen un valor irremplazable para la alimentación, la curación de enfermedades… hasta tal punto que lo que hoy se pide es promover una visión ecosistémica del mundo, pues todo está interconectado. Así, lo que pase en la Amazonía o en la cuenca del Congo afecta a todo el planeta.
3. Superarás el paradigma tecnocrático. La mentalidad cientificista ha ido aceptando la idea de que lo técnicamente realizable es moralmente admisible. Nada más falso. Es un principio colonizador que nos obliga a ser profundamente críticos y a alentar un pensamiento, una política, una educación, un estilo de vida y una espiritualidad diferentes, basados en la dignidad del hombre y en un concepto humano de desarrollo. Hay que superar el mito del crecimiento ilimitado.
4. No supeditarás tu vida a los intereses económicos. Ni siquiera la política debe someterse a la economía y esta no debe de supeditarse al paradigma eficientista. Más bien la política y la economía deben de estar al servicio de la dignidad humana.
5. Apostarás por la espiritualidad y la simplicidad de la vida. Pese a saber tanto, nos cuesta comprender que nada puede cambiar si no cambian las actitudes. El sobreconsumo de una minoría es un desorden que requiere no sólo medidas políticas y económicas… Se necesita el ejercicio de la espiritualidad. Tú, amigo, debes cambiar tu vida a favor de la sencillez, de la solidaridad, de la armonía. Ojalá que eso te acerque a la tradición ascética cristiana. Aprenderás a vivir mejor.