Valentía y coraje
El Papa Francisco I, en su reunión con los líderes de Israel y Palestina, dijo una frase que debería ser la base del pensamiento de todos, sean estos políticos o no. Sus palabras reverberan en mi mente: “Más valentía y coraje se necesita para mantener la paz que para hacer guerra.”
Es imperdonable que a un mes del nuevo gobierno local, bajo la guía estructurada, profesional y, claramente dirigida al bienestar del pueblo que lo eligió, del Alcalde Mauricio Rodas, atestigüemos la acción de quien no causa sorpresa por sus actitudes históricas con el único objeto de propiciar una guerra interna que el pueblo no perdonará.
El concejal de la alianza, quien hoy ejerce, gracias al arrastre de la votación del burgomaestre, no tiene derecho ni su acción, nombre. La respuesta pública fue inmediata y crítica hacia quien pretende destruir el inicio organizado de un proceso de reconstrucción de una ciudad que ha sufrido en los últimos años de falta de atención a los intereses locales por intentar cumplir con una agenda nacional. Tan grande fue el rechazo a la actitud del concejal separatista en los medios sociales y en las conversaciones a todo nivel, que pretendió corregirlo diciendo que se mantiene la alianza entre los movimientos, pero no es eso lo que nos interesa a los quiteños, sino, más bien, la unión incondicional y pro activa de los políticos, mejor, servidores electos por la ciudadanía, a favor de la urbe.
¿Sorprender su actitud? La de un político ambicioso, que poco piensa en su obligación de servicio, no llama la atención. ¿Una sorpresa que poco piense en la ciudad y más en su agenda política? Así se presentó desde un inicio, los que no lo vieron y votaron por él, padecen de ceguera política. Esta urbe necesita de un alcalde con el apoyo del Concejo Metropolitano, no de un grupo mezquino, que no cumple con el mandato ciudadano a través de su voto, sino con los intereses politiqueros de otros, resentidos, porque no lograron lo que buscaban. Ni siquiera nos llama la atención sus vanidosas y caprichosas rabietas, pues inclusive en la administración anterior, se logró casi borrar la importancia de los concejales y de las comisiones, lo que prueba que es para cumplir con las órdenes de sus superiores, para cumplir ese mandato.
Lo interesante es que Quito ya no está para jugarretas de guaguas, su experiencia le dice que no quieren más obras a medias, más descuidos y medios avances. Quito quiere al alcalde que escogió y estará dispuesto a apoyarlo a toda costa. Espera su obra con ansiedad y la esperanza de recuperar el tiempo perdido. Confía en un hombre que cuando habla en los medios lo hace con seguridad y confianza sobre los temas que trata, creando aún más respeto del que tenía como candidato.
Señor Alcalde, mantenga la paz, usted es el burgomaestre y Quito cree en usted, no deje que su camino cambie por berrinches sin importancia que, aunque logren su objetivo y hagan guerra, desesperados por cuotas de poder, sólo será una pequeña piedra en el camino y los quiteños la desecharemos como tal.