Esta sí es una buena noticia desde cualquier punto de vista: en una comparación de 17 países de América Latina, el Ecuador es en donde más ha caído la desigualdad. En otras palabras, nuestro país es donde más ha mejorado la distribución del ingreso, según un estudio hecho con el auspicio de las Naciones Unidas.
Una investigación de Luis López Calva y Nora Lustig publicada el año pasado señala que la desigualdad en toda América Latina cayó en los primeros años de este siglo. Y de los 17 países analizados, la caída más pronunciada se da en el Ecuador, específicamente, entre 2003 y 2007.
Luego de ver todos los rankings internacionales de competitividad o de “facilidad de hacer negocios” que ubican a nuestro país consistentemente en los peores puestos del subcontinente, encontrar que somos los mejores en algo tan positivo es muy agradable.
López y Lustig analizan la evolución de la distribución del ingreso entre comienzos de siglo y el año 2007. Para el Ecuador calculan el cambio entre 2003 y 2007 y resulta que la caída en la desigualdad en nuestro país es, de lejos, la más fuerte entre todos los países estudiados.
En realidad esta evolución no debería sorprendernos. En esos años, el PIB creció fuertemente y hubo una notable estabilidad económica que impidió que los ingresos de quienes vivimos de nuestro trabajo se vean erosionados por la inflación. Como el país estaba creciendo al 5% anual (algo que ya no ocurre), se estaba creando empleo y los sueldos promedio pudieron crecer.
Para reducir la desigualdad en una sociedad también se necesita cobrar impuestos a los más ricos y luego gastar esos recursos en beneficio de los más pobres. En el período 2003 – 2007, el SRI ya estaba funcionando bien y cobrando impuestos, sobre todo, a quienes tienen más ingresos. Por el lado del gasto público, los subsidios a los combustibles (el más injusto de los gastos del Gobierno) estaban en un nivel relativamente bajo, gracias a los ajustes implementados a inicios del gobierno de Gutiérrez.
Adicionalmente, según un estudio hecho por Cordes, en los años referidos, el gasto del Gobierno tendió a ser mayor (a nivel per cápita) en las provincias más pobres del país. Por lo tanto, la acción del Gobierno también ayudó en este proceso (cobrando impuestos, no subsidiando a los ricos y gastando más en las zonas más pobres).
El buen crecimiento, la baja inflación, los impuestos y el gasto público permitieron no solo que la pobreza caiga, sino también que la distribución del ingreso mejore.
Qué pena que no aprendimos lo suficiente en esos años. Porque ahora parece que no quisieran que el país crezca, mientras que disparan los subsidios, parece que quisieran que en el ranking de los próximos años volvamos a estar últimos.