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No es difícil imaginar el escándalo que se habría producido si el presidente de la República, le habría dicho “indio de mierda” al presidente de la Conaie. Rasgarse de vestiduras y airadas protestas habría merecido la expresión del jefe de Estado. Pero apenas hubo reacción cuando Jaime Vargas llama “patojo de mierda” a Lenin Moreno. Esta expresión procaz, inaceptable e infame, porque, además, se refiere a una limitación física, insultó al más alto dignatario del país. “Políticamente correcto” sería no comentar la zafiedad y no incluir la expresión. Pero la convulsión social no está para disimulos y cortesías. Es hora de que el Ecuador tome conciencia de lo que está detrás de estos 12 días de horror y salvajismo y se decida a enfrentar con valentía a fuerzas que persiguen la destrucción de la nación.
La ley está para que se aplique a todos con el mismo rigor, sin importar su sexo, condición o raza. Porque si los fiscales y los jueces juzgan con diferente rasero según las condiciones del acusado, se atenta contra la organización social. La cultura anglosajona llama “rule of law” a la aplicación estricta de la ley, porque de nada valen los textos legales, si quedan en letra muerta.
En una operación estratégicamente diseñada, se cortaron las carreteras y los caminos vecinales. Se paralizaron instalaciones petroleras. En Ambato se tomaron las instalaciones de agua potable. Hordas violentas atacaron fincas y fábricas para amedrentar a empresarios y trabajadores. Se retuvo a miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía y se los ultrajó de palabra y obra. Igual ocurrió con varios periodistas que cubrían los acontecimientos. Se tomaron gobernaciones y alcaldías. Y Quito soportó la peor violencia, saqueo y destrucción de su historia: El centro colonial lucía como tras un bombardeo. Se incendió la Contraloría para desaparecer las pruebas de los latrocinios. Teleamazonas fue destruida. EL COMERCIO fue atacado. Se intentó invadir un cuartel del Ejército. En suma, sus habitantes fueron sometidos al terror, sin que la autoridad cumpla su obligación primigenia de mantener el orden. Actuaron células entrenadas en guerrilla urbana -recuérdense los CDR comandados por Patiño- apoyadas por un sistema
logístico innegable, que pretendió crear el caos y desembocar en una asamblea constituyente que declare nulos los juicios penales instaurados contra el capo y su banda y permita su retoma del poder.
Es indispensable una gran cruzada nacional para derrotar al menos a tres fuerzas: Correa, desesperado porque está a punto de ser sentenciado a largas penas de prisión que le tendrán en la cárcel, o refugiado en algún país. El Foro de Sao Paulo, bajo la dirección de Cuba, que se propone recuperar Ecuador. Y la narco guerrilla, que necesita el territorio ecuatoriano para el envío de la droga a los mercados de consumo.