Enrique de Borbón fue rey de la Baja Navarra con el nombre de Enrique III entre 1572 y 1610, y, sobre todo, rey de Francia, rey Enrique IV entre 1589 y 1610. Noera católico sino hugonote (calvinista francés), por lo que para reinar con paz en una Francia tradicionalmente católica y en un tiempo de feroz guerra religiosa, se convirtió al catolicismo.
Consagrado rey en la catedral de Chartres en 1594, pudo entrar a París ese mismo año. Por esto, se le atribuye la frase “París bien vale una misa”. Extremo realismo político de ese muy amado rey. Si el presidente Guillermo Lasso hubiese pactado con el Correísmo por la Ley Tributaria, ¿habría dado una primera prueba de sabio realismo político?
Por una parte, sí y por otra no. Millones de dólares de su propio bolsillo gastados en sus tres candidaturas presidenciales; obediente a la voz del Cielo para que empiece a salvar a Ecuador; asediado de todos los partidos, menos del suyo propio experto en administración privada más que en pública.
Crucificado constantemente por todas las víctimas de los dos gobiernos anteriores que le reclaman hacerles justicia, una justicia que implica pago de deudas con un erario insuficiente por la corrupción. Heredero de problemas casi insolubles: minería y petróleo o conservación del ambiente; federalismo indígena y terrorismo indígena versus unidad nacional; Estado a punto de caer en Narcoestado, miseria de seis millones de ecuatorianos que malviven de hambre y sufren el desdén del resto, recordados por la publicidad mediática de que la riqueza, el tener, el poder de comprar trae felicidad: ¿Cómo retumbará esta crueldad mediática en esos estómagos vacíos y en esas cabezas desvanecidas? ¿Cómo gobernar en circunstancias tan contradictorias, en medio de una ignorancia atroz y un canibalismo social irreflexivo? ¿Cómo solucionar la realidad pavorosa de violaciones dentro de la familia, con una legislación tan tenue para proteger a las víctimas, con ignorancia y falta de empatía en muchos fiscales, jueces y policías; con un país tomado por la corrupción universal y la apatía de los buenos ciudadanos, y con una Policía y unas Fuerzas Armadas sacrificadas al extremo y corroídas por algunos de sus miembros pro-narcos? Si tú lectora, si tú lector fueses Presidente, ¿qué harías? ¿Pactarías?
Por otra parte: “En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”, principio conocido como “La navaja de Ockam”, porque lo enunció Guillermo de Ockam (1280-1349), un fraile franciscano, filósofo escolástico y lógico agudo. Por tanto, cuando Lasso hombre de honor, cristiano cabal, persona de palabra, buen ejecutivo y político visionario afirma que no ha pactado con el Correísmo es muy probable que la afirmación sea cierta.
Guillermo Lasso tendría que ser Dios para solucionar tanta miseria moral, social, educativa, atroz y fea.
No lo es. Ayudémosle con más sensatez y más valor.