Es un proceso que lleva años tramitándose. No es una iniciativa de última hora. El 30 de abril de 2009, hace casi 11 años, recibí como Alcalde de Quito, el Informe Final del Estatuto Autonómico, producto de 75 seminarios con 1 014 participantes de las más diversas actividades: Gobierno de Pichincha, mujeres organizadas, organizaciones ambientalistas, colegios fiscales, municipales y privados, medios de comunicación, autoridades de Rumiñahui, universidades, ONG’s, Unión de Barrios, partidos y movimientos políticos, Cámaras de la Producción, Alcaldía de Mejía, Colegios Profesionales, Sindicatos, Alcaldes de los cantones de Pichincha, artesanos, Asociación de Municipalidades, Concope, Comisión de organización territorial de la Asamblea Nacional, Diálogos urbanos ONU, Senplades y todas las Comisiones del Concejo de Quito.
El proyecto, preparado en la administración presidida por Paco Moncayo, traza una hoja de ruta para la ciudad y los ciudadanos, establece las competencias y las asume. Fue aprobado en primera discusión por el Concejo Metropolitano el 20 de julio de 2009.
En la administración de Augusto Barrera se continuó y se presentó un nuevo proyecto, bastante más reglamentario, que contiene aspectos nuevos y que incluye varios de los que constan en el proyecto inicial, aunque en términos distintos, pero manteniendo el esquema de un documento que traza una hoja de ruta para el Distrito Metropolitano de Quito, establece las obligaciones y derechos de la Municipalidad y los ciudadanos y promueve la participación ciudadana.
El complejo fundacional, el gran defecto de la política ecuatoriana, desconoce todo lo que ha pasado antes. Cada administración funda el país o la ciudad. Sería lamentable que eso se repita. Algo habrá de positivo en los esfuerzos de las distintas administraciones, tendrán aciertos y errores que deben corregirse o rectificarse. De algo servirán esos documentos que recogen el esfuerzo de miles de personas en varios años, para facilitar un proceso que ya ha sido conocido en primera discusión, incluyendo o excluyendo lo adecuado y actualizándolo en lo legal, que ha cambiado tanto en los últimos años. Así se aprovecharía el amplio trabajo realizado, la experiencia -teórica y práctica- que se acumula en el tiempo, los recursos empleados, tanto económicos como personales, las sugerencias de los gremios, las organizaciones ciudadanas, los colegios profesionales, la academia, los funcionarios municipales, miles que participaron en su tiempo, enriquecidos con las nuevas ideas que, con seguridad, existen también en el proyecto que ahora se discute.
El país requiere consensos y comunidad de esfuerzos. Aprovechar sus escasos recursos y no duplicarlos ni desperdiciarlos. Y Quito, un liderazgo claro de su Alcalde para llevar adelante el proceso.