Tras la derrota de Paquisha en 1981, las FF.AA. sufrieron una metamorfosis. Tomaron conciencia del fracaso y redefinieron sus estrategias y su vinculación con la sociedad. Asumieron y replantearon sus responsabilidades, su estructura y, sobre todo, su filosofía de acción en el contexto estatal y social.
Este cambio se dio en democracia, durante gobiernos constitucionales y en un entorno internacional de transición en el conflicto Este-Oeste. Lideraron este proceso oficiales de la talla de José Gallardo, Paco Moncayo, Luis Iturralde, Hugo Unda, Oswaldo Jarrín, entre muchos otros. Su propuesta incorporó actualización y modernización militar y una reconceptualización de sus fines, no solo de lo castrense sino de nociones amplias de seguridad y defensa; y de desarrollo para la seguridad. Hubo desde entonces, y como resultado de este proceso, una inusual simbiosis entre civiles y militares. De un antimilitarismo rampante se pasó en estas décadas a la más alta valoración institucional de las FF.AA. por parte de la opinión pública. Atrás quedaron los golpes de Estado, los atropellos y los atentados a la democracia.
Tras esta evolución, los militares supieron y pudieron hacer historia con la victoria del Cenepa en 1995, que trajo como corolario la suscripción de la paz con el Perú; paz que le ha permitido al Ecuador reconducir positivamente sus relaciones con ese país y reducir altos gastos en material militar. Y, en buena hora, el gobierno del presidente Correa es el que más provecho ha sacado de esta nueva relación.
Mucho le debe el Ecuador a estas FF.AA. profesionales como para que se las maltrate como ha ocurrido en las últimas semanas. Si habían asuntos que resolver con el Issfa, por lo demás generados por ministros del propio Gobierno, con las pensiones de los retirados, con falencias logísticas, con desigualdades internas, todo pudo resolverse a través de los canales institucionales correspondientes y, sobre todo, a tiempo.
El Gobierno se acerca a los 10 años y, ¿solo ahora se da cuenta de la existencia de estos problemas? Si el Gobierno se ha atribuido el mejoramiento de las condiciones de los militares ¿por qué solo ahora se sorprende de los supuestos excesivos beneficios de que gozan? ¿Por qué en un ambiente de crisis económica y de tensión social, el Gobierno se abre un frente innecesario con una institución jerarquizada y obediente que estoy convencido no reaccionará a través de la fuerza?
Estas nuevas FF.AA. merecen más respeto y están infundadamente siendo acosadas cuando han dado suficientes muestras de profesionalismo y de respeto a la democracia – ¿no dieron dos soldados su vida para proteger la del Presidente el 30-S?-. El Presidente y sus autoridades están aún a tiempo de rectificar por el bien del país. Ojalá lo hagan.