Condición para que un Estado o sociedad viva en democracia es que en todas sus instancias del poder quienes deban decidir lo hagan con independencia, con apego a un orden que pueda calificarse de jurídico, no direccionado, con posibilidad de recurrir a una instancia judicial o constitucional, en que la calidad de los jueces esté por encima de los intereses de quienes recurren y de la instancia del poder contra la que se recurre.
Un cuestionamiento a lo expresado puede ser que aquello corresponde a un marco teórico porque siempre hay vasos comunicantes entre las instancias del poder, cualquiera que sea el modelo político o económico.
En el Ecuador, por años, se expresó que el dueño del país era el expresidente ingeniero León Febres Cordero.
Hoy la tacha se formula contra el presidente Rafael Correa.
¿La Asamblea Nacional responde a sus intenciones?
Verdad que en materia de legislación el Presidente es colegislador. Pero, nada se prioriza en la Asamblea en contradicción a esas intenciones, ni como tema a tratarse.
Personalmente lo sentí en la Constituyente de Montecristi. Lo de alguna trascendencia solo era tratable previa consulta al entorno del gobernante, desde el tema hasta los textos a votarse.
En la actual Asamblea, proclama el Movimiento País, que se refleja la adhesión de “tres de cada cuatro ecuatorianos” al Presidente. La actual composición de la Asamblea se debe a que para el proceso electoral del 2013, se reformó el sistema de asignación de escaños, por lo que con un número de sufragios para el Presidente que no llegó al sesenta por ciento, sus candidatos para asambleístas alcanzaron más del setenta y cinco por ciento de la Asamblea.
Sobre las diversas instancias del poder del Estado, la percepción es que es dominante la voluntad del Presidente.
No lo es en algunos espacios de gobiernos seccionales, como consecuencia de las elecciones del 2014, pero contra tales gobiernos son incesantes y cotidianos los ataques desde el Gobierno central, bajo la tacha de que impulsan la restauración conservadora.
¿Es lo mismo votar en un referéndum para la reforma constitucional, sobre la procedencia o no de la reelección indefinida, que en un proceso de elección presidencial –sin la reforma validada en referéndum- en que el Presidente sea candidato a la reelección?
La respuesta es no, porque en un referéndum se votaría un principio, en las elecciones se vota personas; y, hay quienes podrían coincidir en su oposición a la reelección indefinida, pero con un abismo que los distancie en otros temas, como es el caso de la izquierda que no participa en el Gobierno y el movimiento que lidera Guillermo Lasso.
Y, además, ¿habrá confianza en la independencia e imparcialidad de la Función Electoral? Respondan los ciudadanos.