Representantes del Gobierno de Colombia y dirigentes del Ejército de Liberación Nacional dialogan por un acuerdo.
Luego de largas negociaciones entre el Régimen de Colombia y la guerrilla de las FARC la firma de la paz luce cercana. Es un nuevo momento que demandará sacrificios de toda la sociedad por un bien superior loable: la construcción de la paz.
Pero Colombia no solo se ve acosada por las FARC. Hay violencias cruzadas de bandas criminales, narcotráfico y otros grupos insurgentes. Uno de ellos es el Ejército de Liberación Nacional. Una guerrilla que tuvo como uno de sus símbolos al sacerdote Camilo Torres, uno de tantos brotes subversivos que surgieron al calor del efecto imitación de Fidel Castro y su lucha.
El ELN también ha incursionado en actos reñidos con la ley en el Ecuador. Varios secuestros han afectado a ciudadanos ecuatorianos y se han perpetrado en nuestro propio territorio, lo que merece repudio y censura.
Esta semana, y luego de las conversaciones que se hicieron públicas, el Ministro de Defensa confesó que otras cinco citas similares se han cumplido en territorio ecuatoriano. Es muy importante recalcar que el Ecuador es un simple facilitador de los diálogos de paz y no interviene ni debe hacerlo en sus contenidos, que competen a los actores del conflicto colombiano.
Ecuador ya tiene una tarea dura: proteger la frontera cuando lleguen los efectos del postconflicto de las FARC.