En medio de estos tiempos extraños, violentos e inciertos, el martes fue un día importante en el marco de los derechos civiles: se celebraba en el mundo el Día del Orgullo. No tuvo la importancia debida, porque el país se desvanecía en la incertidumbre por la suspensión del diálogo y la fallida destitución en la Asamblea del presidente de la República, Guillermo Lasso, impulsada por el correísmo.
La sociedad moderna también se plantea y busca la protección de los derechos civiles, entre ellos, los sexuales. En noviembre se cumplirán 25 años de la despenalización de la homosexualidad. Es muy poco tiempo en términos históricos. En 1977, por ejemplo, Harvey Milk fue el primer homosexual en lograr un cargo público por votación en Estados Unidos.
La marcha del Orgullo no se realizó en Quito, por obvias razones. Es, además, una manifestación llena de estética que no solo es una muestra de amor propio, sino un llamado a que las personas respeten las condiciones y preferencias sexuales de cada individuo y esa es quizá una de las cuentas pendientes en el país.
No se puede negar que se ha avanzado mucho en este tema, pero aún faltan muchas cosas por hacer y resolver. No deja de ser esta una sociedad que está fragmentada y es bastante discriminadora en este sentido. El matrimonio igualitario es un dictamen de la Corte Constitucional, pero le falta una legislación; existe la unión de hecho, pero nunca estará al mismo nivel de los derechos para los cónyuges, que otorga el matrimonio civil.
En la cotidianidad, una pareja de personas del mismo sexo o todas las diversidades existentes aún no pueden manifestar abiertamente su amor, que es lo que más se desea cuando se vive ese estado. El camino es largo. En otras sociedades más tolerantes, con una legislación mucho más progresista, los delitos de odio no se han podido borrar. Recientemente hubo un crimen bajo esta carátula en Noruega, un país que se considera amigable en estos casos. La sociedad debe entender que hay profundas diversidades, que en estas radica la riqueza de la humanidad y que convivir con respeto a ella dará, sin duda, mejores niveles de vida.