Desde la Gran Recesión, que estalló en 2008, la economía mundial no se reencuentra con un robusto crecimiento. EE.UU. se recupera a paso vacilante. La Unión Europea bordea el estancamiento. Japón continúa en recesión; el crecimiento chino se desacelera.
Los precios de las materias primas se desplomaron, y el crecimiento de Sud América tocó fin: el Banco Mundial prevé una contracción este año, aunque una recuperación en 2017.
Parte de la población de los países desarrollados estima que la culpa es de la globalización. En Gran Bretaña, porque ha incrementado el número de migrantes, lo que no les gusta, y votaron por salirse de la Unión Europea. La migración del Medio Oriente también causa rechazo en Francia, Alemania y otros países, donde se clama para que los gobiernos europeos recuperen potestades cedidas a la U.E.
En EE.UU. Donald Trump denuesta contra los migrantes, y propone denunciar al TLC con México y Canadá. También ataca al Acuerdo Transpacífico (TPP por siglas en inglés); Hillary Clinton, que como Secretaria de Estado apoyó al TPP, ahora lo repudia. En el Congreso de EE.UU. se escuchan críticas al TPP, incluso de senadores republicanos, tradicionalmente favorables a estos acuerdos.
Todo lo anterior causa desazón entre los asiáticos, puesto que el TPP se acerca más a las posiciones de EE.UU. que a las de ellos. Obama priorizaba el TPP por razones estratégicas –aislaba a China. Ahora el TPP está en cuidados intensivos.
La prioridad al TPP mortificaba a los europeos, ya que simultáneamente Washington y Bruselas negociaban el Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversiones (ATCI), de mayor importancia comercial que el TPP. Al renaciente nacionalismo europeo repugna, entre otras cosas, que sean empresas estadounidenses: Apple, Google, Facebook entre otras, las que predominen en la nueva economía informática, y temen que el ATCI blinde a estas empresas de las regulaciones de los gobiernos europeos. El ATCI puede fracasar.
Todo acuerdo comercial exitoso trae ventajas para la economía mundial, sobre todo para los consumidores. Pero implica una reorganización en que los trabajadores de los sectores perdedores se reubicarn y no siempre de manera satisfactoria. Con el acuerdo de América del Norte, los productores mexicanos de maíz y carne de cerdo perdieron, pero Trump protesta por los empleos del sector automotor de EE.UU. que migraron a México.
Si la economía global da un giro proteccionista, el mundo puede entrar en una nueva etapa de estancamiento.
Por suerte, todo parece indicar que el acuerdo del Ecuador con Europa entró a su fase final. Hubiese sido mortal para nuestras exportaciones que el cierre del ciclo globalizador nos hubiera encontrado fuera de Europa.