Alejados los fantasmas, al menos por el momento, es hora de poner la casa en orden y sentar las bases para una recuperación sostenible en el tiempo. No se puede pensar en medidas que frenen aún más la economía, acentuando esa sensación de paralización que se cuela por todos los rincones.
Pero es posible gestionar en varios frentes a fin de, poco a poco, restituir la confianza para lograr que se materialicen nuevos emprendimientos. Para citar algunos, en el ámbito laboral hay puntos que son inamovibles pero también existe un vasto campo en que se puede actuar. Se deben legislar otras modalidades contractuales que permitan adecuarse a la naturaleza de ciertos trabajos sin afectar las relaciones laborales vigentes, así como eliminar las cargas adicionales a ciertos tipos de contratos que, en la práctica, hacen que estos sean inaplicables. Adicionalmente hay que reorientar las prioridades de las autoridades laborales para que en su desempeño privilegien la mediación con el objeto de resolver los conflictos, evitando crear exigencias reglamentarias que sólo significan mayor gasto de tiempo y recursos de las empresas. Igual en el ámbito societario. En la administración anterior los organismos de control crearon un sinnúmero de requisitos que son un culto al despilfarro precisamente cuando en los tiempos en que impera la tecnología los controles, a más de ser más eficientes, necesariamente tienden a la simplificación. Por acá sigue el culto al formulario y a los trámites interminablesPero además una señal importante sería modificar la norma por la que se extendió la responsabilidad de los accionistas de una empresa a distintos ámbitos, cuando antes tal figura de solidaridad recaía solo sobre sus administradores. Una disposición como la vigente lo único que hace es limitar más aún el crecimiento del mundo formal de la economía y, sin duda, disminuir significativamente el desarrollo del mercado de capitales, precisamente en momentos en que este último puede ser una valiosa herramienta para el financiamiento de las empresas y la democratización del capital.
En lo tributario hay una extensa tarea por hacer. Definitivamente se debe desterrar la idea de crear más impuestos o incrementar la tarifa de los existentes. Pero en la parte normativa hay una serie de aspectos que, sin duda, merecen ser revisados porque simplemente lo que han hecho es angustiar la defensa de los contribuyentes cuando no están de acuerdo con las interpretaciones de la administración. Eso sí, en lo que no se puede dar marcha atrás es en el combate contra ciertas prácticas corruptas que, como la utilización de empresas fantasmas, han servido incluso para agilitar el pago de coimas a funcionarios deshonestos. Hay muchos más espacios en los que se puede trabajar con el objeto de conseguir que los ecuatorianos vuelvan la vista a las inmensas posibilidades que brinda su propio país. Pero para ello hay que cambiar esa visión del funcionario inquisidor que se privilegió en la pasada administración.
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