Las señoras de la cofradía de Alianza País se delataron solas. Las tres aparecieron en los medios de comunicación para decir que el presidente LenÍn Moreno había traspasado unas líneas rojas y amenazar con desafiliarse del movimiento si continuaba el diálogo con la oposición. Se delataron solas y dejaron en claro que pretenden imponerle al Presidente con quién puede dialogar y con quién no, el programa de gobierno que debe seguir y las líneas rojas que establecen los límites que no debe traspasar.
El ex presidente, más agresivo, tildó a Lenín Moreno como desleal y mediocre.
El Presidente respondió que una persona honesta, si cree que no está de acuerdo con los principios, simplemente se retira. Algo así como decirles: que les vaya bonito.
Después de la reunión del Presidente con los asambleístas del movimiento, continuaron los intercambios de mensajes hoscos pero la mayoría prefirió no tomar partido en este concurso de lealtades entre los líderes del pasado y del presente.
La ruptura entre Lenín Moreno y Rafael Correa era inevitable por muy diversas razones. El país estaba agotado de la política camorrista, el autoritarismo, el dispendio de recursos sin rendición de cuentas y la corrupción. En estas condiciones era impensable el continuismo; el país votó por el cambio. Además, sus estilos son diferentes, el síndrome del vacío de poder hacía imposible una retirada discreta del saliente y la necesidad de incrementar su capital político le obligaba al entrante a distanciarse del antecesor.
Sin embargo, aunque Moreno tuviera los votos, no tenía una base política propia y era imposible hacer cambios con la misma gente. Eso le llevó a buscar alianzas mediante el diálogo y ampliar su popularidad distanciándose de todo lo que representa Rafael Correa.
El nuevo Presidente no ha tomado todavía ninguna decisión efectiva de importancia; solo ha hecho declaraciones más cuerdas, menos sectarias, más prácticas, menos ideológicas, y eso ha sido suficiente para que los partidos de oposición, los sectores sociales y el electorado le ofrezcan el apoyo necesario para que se independice de Correa y sus cofrades y haga los cambios que necesita el país, especialmente en materia económica y estándares éticos.
La ruptura será total cuando se establezcan la verdadera situación económica y las responsabilidades en los supuestos actos de corrupción.
El Presidente ha pedido un informe de la situación económica; ¿le darán las cifras de la publicidad o le darán la verdad?
La lista de Odebrecht, la Fiscalía, la comisión anticorrupción y la Contraloría, le entregarán tarde o temprano los resultados.
¿Habrá cirugía profunda o solo chivos expiatorios para encubrir la corrupción?
Nadie puede asegurar nada todavía, todos esperan impacientes para saber si se trataba solo de un juego político de apariencias o si la esperanza tenía algún fundamento.