Rotundo triunfo de la Conaie. El gobierno nacional aceptó todas sus demandas tal como fueran transcritas por la Conferencia Episcopal en lo que se denominó acuerdo. La Conaie suspende las medidas de hecho, pero amenaza reiniciarlas si el gobierno no acata sus exigencias en cuanto a políticas públicas. Estas incluyen que se abandone la meta de ampliar la frontera petrolera, y que restrinja al mínimo las zonas del país donde puede haber minería legal. Porque minería seguirá habiendo, con extensas áreas mineras gobernadas por mafias, como fue el caso de la mina en Buenos Aires, Imbabura y en buena parte de la provincia de El Oro.
Las exigencias de la Conaie abarcan toda el manejo económico. No a las privatizaciones, lo que estrictamente hablando no debería ser un problema, ya que el gobierno no se plantea privatizar. Pero la Conaie entiende la venta del Banco del Pacífico como privatización. El Pacífico es un banco privado que cayó en causa de disolución, que el gobierno rescató, rehabilitó y ahora pretende vender. Es sociedad anónima y su objetivo es ser un negocio. El Estado no estaría vendiendo un ente público. ¿Se sentirá el gobierno en la necesidad de obedecer al Sr. Iza en este respecto? ¿Es tan indefenso?
Un punto central de la estrategia del presidente Lasso es atraer inversión privada a las obras que antes emprendía el Estado, y para lo que no hay dinero. Carreteras que se financien con peaje, por ejemplo. Una empresa para refinar crudo, que invierta en rehabilitar la refinería de Esmeraldas, y le cobre un valor al Estado por barril refinado. También administradores privados para empresas públicas, por ejemplo CNT, para que inviertan, compitan con las operadoras privadas, y generen ingresos para el fisco. Para todo esto, ¿habrá que pedirle permiso a la Conaie?
En fin, lo que vivimos es una tregua, con la espada de Damocles pendiendo sobre nuestras cabezas, y sin saber si lo que se va a aplicar de ahora en adelante es el plan del gobierno, o el plan de la Conaie.