La historia de la central hidroeléctrica Coca – Codo Sinclair, la más grande y controversial del país, se inicia en 1927, cuando el geólogo estadounidense Joseph Sinclair recorrió el río Coca y llegó a una curva pronunciada, que le impresionó mucho y que luego los nativos de la zona la denominaron Codo Sinclair.
Medio siglo después Inecel puso atención en las características de esa cuenca, ubicada en una zona volcánica de la provincia nororiental de Napo, y contrató con un consorcio de firmas consultoras los estudios para la construcción de una central hidroeléctrica; en 1992 presentó el proyecto que contemplaba su ejecución en dos etapas con un total de 859 MW, pero en el 2008, durante el gobierno del economista Correa, se contrató con Electroconsult la actualización de dichos estudios y se decidió, en forma apresurada, la realización de esa central, que se aseguró que generaría 1.500 MW, con lo que se hubiese cubierto 70% de la energía eléctrica que consume el país, pero no se ha logrado que opere en la total capacidad prometida.
El Eximbank chino financió el proyecto que costó 2.245 millones de dólares; la empresa Sinohydro, también china, ejecutó la obra y fue inaugurada simbólicamente, en Quito, el 18 de noviembre del 2016, con la presencia de los presidentes de los dos países, Rafael Correa y Xi Jinping.
Pronto surgieron graves problemas, como la presencia de miles de fisuras en los distribuidores de la central. La Contraloría confirmó esa anomalía y estableció que la reparación costará decenas de millones de dólares. La Corporación Eléctrica del Ecuador conformó un grupo de expertos para que determine la reparación que debe efectuar la empresa constructora, a fin de evitar consecuencias mayores, pero Sinohydro sostiene que se ha sobre dimensionado el daño.
Otro problema muy preocupante surgió en febrero de este año, cuando colapsó la cascada San Rafael, por la erosión regresiva del río Coca, que ocasionó la rotura de los tres oleoductos que atraviesan el sector. Algunos técnicos opinan que se trata de un fenómeno natural que causó un enorme horado y la desaparición de la cascada, y otros que se debe a la sedimentación provocada por la construcción de la represa, pero coinciden en que corre inminente peligro esa megaobra que dista diez kilómetros, por lo que son urgentes los trabajos de protección para evitar su colapso.
También efectuó un estudio del caso una comisión de técnicos de la Escuela Politécnica Nacional y, así mismo, dictaminó que es evidente que la erosión del lecho del río avanza y que puede afectar a comunidades de la zona y a la represa, pero no se pasa del diagnóstico y transcurre el tiempo y avanza el peligro, sin que se dilucide aún si corresponde tal responsabilidad al consorcio que realizó los estudios, al autor del proyecto definitivo, a la empresa constructora de la obra o a San Rafael…, el de la cascada.