El Ecuador no ha tocado fondo como le ocurriera a Chile de Pinochet, España de Franco, Perú de Fujimori, Nicaragua de los Ortega, y lo último, la dictadura de Maduro en Venezuela, aunque el país estuvo cerca porque el rumbo del correísmo era hacia allá, en medio de la ceguera de una parte de la población, obnubilada por el engaño. No imaginan lo que significa todos iguales pero en la pobreza, oprimidos y sin libertades, en lugar de pensar en el desarrollo y el crecimiento económico que genera bienestar social.
Lastimosamente hay gente que no entiende la realidad, parte de la población vive engatusada, indiferente frente a los problemas estructurales, antes que informarse debidamente para que no se reincida en malas experiencias. Solo cuando se pierde algo se valora su contenido y luego se añora recuperar. Los pueblos no deben repetir sus errores si quieren mejorar su calidad de vida, pero esto depende del nivel educativo y a los demagogos y populistas no les conviene resolverlo.
Este año el Ecuador se enrumba hacia un nuevo proceso electoral y la mayoría de la clase política comienza a vender ilusiones irresponsablemente en medio de una profunda crisis económica y social. Si fuesen responsables con el país y no solo pensaran en sus aspiraciones personales y partidistas, debieran tomar conciencia que si hoy no se adoptan medidas, si llegan al poder tendrán que hacerlo irremediablemente, con consecuencias mayores; no es recomendable dilatar las cosas, que solo agravan la situación.
Se han transformado en empresas electoreras que luego le pasan factura al Estado. Otros, con la experiencia del correísmo, arman una estructura delincuencial organizada, dirigida desde la Presidencia, según investigaciones de la Fiscalía.
Tuvieron alianzas corruptas con empresas privadas, nacionales y extranjeras, que se beneficiaran de contratos a cambio de la entrega de dinero. Algunos vinculados a actividades de narcotráfico desde altas funciones de la Aviación Civil, con la complicidad del prófugo en Bélgica.
Solo les importa llegar al poder para luego servirse del país y el Ecuador ya no aguanta más esta situación de crisis económica y social, de una angustiosa falta de empleo, de seguir endeudándose para mantener aún un Estado obeso y la clase política esquiva frente a los problemas a resolver y diligente con las promesas demagógicas. ¿Cuándo plantean soluciones concretas en las políticas de salud, educación y seguridad?
No deben jugar con fuego porque la paciencia tiene su límite. Basta de engaños con propuestas irrealizables. En lugar de enfrentar unidos los acuciantes problemas, buscan divididos sus espacios. Ni siquiera pueden sentarse a dialogar. ¿Por qué no llegar a tres o cuatro grandes acuerdos nacionales que busquen soluciones?