A propósito del retiro del asilo a Julian Assange por parte del gobierno de Ecuador y su posterior entrega a las autoridades de Reino Unido, uno de los temas de discusión que ha surgido alrededor de estos hechos es si se puede considerar periodista a este individuo, para lo cual, es necesario hacer algunas consideraciones.
WikiLeaks, que dirige Assange, tuvo su año en 2010, cuando en abril divulgó un video en que se ve a soldados estadounidenses en Iraq disparando y matando, aparentemente sin ningún motivo, a 10 personas, entre los que se encontraba el reportero de Reuters Namir Noor-Eldeen y su ayudante. Más adelante, en el mismo año, filtró una gran cantidad de información obtenida de diversas fuentes, comprometiendo, sobre todo, al gobierno de ese país y su comportamiento en las guerras de Afganistán o Irak, o sus relaciones con otros países, revelando miles de cables entre el Departamento de Estado estadounidense y sus embajadas en todo el mundo. Se ve que el gobierno de EE.UU. es la víctima favorita de las filtraciones de Wikileaks, pero ¿qué pasa con otros gobiernos? Veamos.
Mientras que en 2016 WikiLeaks se negó a publicar varios gigabytes sobre ciertas actividades del gobierno ruso en Ucrania, filtró miles de correos electrónicos obtenidos del Comité Nacional Demócrata, pero seleccionando solo aquellos que dañaran la imagen de Hillary Clinton, interfiriendo en los resultados de las elecciones en EE.UU. La mayoría de las investigaciones sobre la fuente de esta información apuntan a hackers rusos. Más adelante, el portal también se negó a publicar información de Panama Papers alegando que era un ataque contra Putin, quien también sostenía que esa información era un intento de desestabilizar a Rusia.
A esto debemos añadir que las filtraciones de WikiLeaks han puesto en peligro la vida de muchas personas. Por ejemplo, uno de los colaboradores del portal es Israel Shamir , un ruso antisemita que ha llamado a los judíos un “virus en forma humana”, que ha revelado los nombres de muchos activistas prodemocracia en Biolorusia, la feroz dictadura de Lukcashenko, fuerte aliado de Putin (y también de Rafael Correa). Muchas de esas personas han sido detenidas o están desaparecidas.
Si los objetivos de Assange y de WikiLeaks son la absoluta transparencia, ¿sus revelaciones no deberían incluir a todos quienes pretendan coartarla de alguna forma y actuar a las sombras? ¿Por qué revelar información de EE.UU. está bien, pero no la de Rusia, una opaca oligarquía autoritaria?
Un periodista debe ser ético y transparente y, más allá del entendible sesgo que puede tener, no debería utilizar la información a conveniencia de ciertos intereses geopolíticos en perjuicio de otros y sin importar las vidas que estén en juego. No, Julian Assange no es un periodista.