Seguramente, más de uno se habrá despechado de emprender un viaje en avión a Guayaquil, Manta u otro lugar del país con tan solo escuchar que el pasaje cuesta hasta casi USD 400.
En el último feriado de Difuntos y de la independencia de Cuenca, el boleto a Guayaquil desde Quito costaba nada menos que 200. En Perú, el enlace entre Lima y Arequipa vale USD 55 para los peruanos y hasta 130 para los extranjeros. Da gusto comprarse un boleto y hacer turismo por el vecino país.
¿Cuántos ecuatorianos desistieron de viajar en noviembre último? Debieron ser muchos, pero lo malo para el país fue que hubo menos ecuatorianos haciendo turismo.
Según el Ministerio de Turismo, en este último feriado hubo 1,3 millones de viajes, una cifra similar a la del 2016. Conclusión: no aumentamos la cantidad de viajeros, pese a que desde hace casi un año existe una ley que ya estableció los feriados, que pueden ser aprovechados para promocionar los destinos y atractivos.
La oferta de los 13 paquetes turísticos con precios reducidos, incluidos los pasajes aéreos, es una buena iniciativa para contrarrestar la cara conectividad que tiene el país y de fomentar los viajes a destinos, siempre atractivos, como son algunas de las ciudades donde están los aeropuertos.
Que este programa no sea algo excepcional, sino más bien que se transforme en una política a largo plazo, para que más ecuatorianos se desplacen por las cuatro regiones. Con esos incentivos, además de hacer turismo, se potenciarán las relaciones de negocios entre las ciudades, por el ahorro de tiempo.
Es importante que lo más pronto posible se revise la tasa Ecodelta, que grava con USD 50 cada boleto de avión hacia el extranjero. De nada ha servido su cobro, según el propio ministro de Turismo, Enrique Ponce de León. Fue creada para conseguir recursos con el fin de fomentar la actividad, sin embargo, eso no se ha reflejado en ningún lado, en cerca de año y medio de aplicación. Su eliminación puede abaratar los viajes aéreos.