En la sabatina de agosto 3, el presidente Rafael Correa anunció la drástica reducción del subsidio a los combustibles. El escueto anuncio destacó dos aspectos: Referente a la gasolina, que quizá entre en vigencia en 2014: una tarjeta insertada en cada vehículo registrará cuánta gasolina carga; se cobrará a precio subsidiado el equivalente a aproximadamente un galón diario, el resto a precio de mercado.
De los datos que reveló el Presidente, que el subsidio es el 53% del precio de venta, se colige que la extra se venderá a USD 2,30 por galón.
En cuanto al gas: en 2016, cuando entre al sistema la energía hidroeléctrica de las ocho nuevas centrales, el precio del gas subirá a nivel internacional; en Perú el precio es de USD 20 el cilindro. Los hogares revertirán a cocinar con electricidad; como aliciente no se les cobrará los primeros 60 kilovatios mensuales.
La implantación de estos dos sistemas no será fácil. En el caso del gas, hay que considerar el ángulo ambiental: los consumidores rurales de gas no todos tienen acceso a la electricidad, y revertirán a la vieja costumbre de cocinar con carbón vegetal. En el densamente poblado campo interandino esta práctica puede resultar en la deforestación.
Las medidas afectarán fuertemente a la clase media: en las ciudades costeñas donde el consumo eléctrico ya es alto por el aire acondicionado, y en las serranas al reemplazar al gas con electricidad para la calefacción y el secado de ropa.
El consumo adicional de electricidad se factura a una tasa marginal más elevada, según una tabla progresiva que llega a los 70 centavos por kilovatio/hora, más adicional por recolección de basura.
Confieso que desconozco la experiencia internacional con tarifas diferenciadas según el consumo y usuario para gasolina cargada de un mismo surtidor. Las familias organizadas alrededor del transporte en automóvil verán duplicado su gasto en combustible, afectando sus finanzas.
El estrechamiento del presupuesto del hogar puede traducirse en descontento expresado en las urnas en 2017, con costo político para Correa; Alianza País alista la reforma para permitir su reelección indefinida.
Todo lo anterior deberá tomarse en cuenta, y afinar las medidas. Las que, lamentablemente, son indispensables, ya que hoy aproximadamente la mitad de la producción petrolera se destina al consumo interno sin rédito fiscal. Si estas medidas fueran a reducir el subsidio a los combustibles a la mitad, los ingresos fiscales aumentarían en por lo menos USD 2 000 millones.
Este gigantesco subsidio es inadmisible considerando que el petróleo es un recurso no renovable, y que tarde o temprano el subsidio desaparecerá: o de manera programada y responsable como plantea el gobierno, o como consecuencia de un colapso fiscal.