De la misma manera que lo hace en la Selección ecuatoriana de fútbol, Reinaldo Rueda transmitió tranquilidad en el vertiginoso mundo del periodismo, en el que es común observar a reporteros, fotógrafos, diseñadores y editores correr de aquí para allá como si estuvieran sobre un campo de juego.
Antes de ingresar ayer a las nuevas instalaciones de EL COMERCIO, en el sur de la capital, el entrenador de la Selección ecuatoriana de fútbol se dio vuelta y buscó a su preparador de arqueros, Pedro Zape: “Pedro, estamos en el Maracaná de la prensa”.
Andrés Hidalgo y Fernando Larenas, presidente y editor del Diario, en ese orden, le dieron la bienvenida al DT que llegó con su preparador de goleros y con Alexis Mendoza, su asistente.
Entonces Rueda contó que el papá de Zape, ex portero de la Selección colombiana, tuvo una imprenta. Por eso, las maquinarias antiguas que están al ingreso de las instalaciones le trajeron recuerdos al ex golero.
Más adelante, los tres se quedaron sorprendidos cuando observaron las modernas instalaciones de la Redacción. Rueda las relacionó con la infraestructura de la cadena ESPN en Bristol, EE.UU.
Luego recorrieron las instalaciones y no faltaron las fotografías y los autógrafos… uno de los más contentos de ‘atrapar’ el momento fue Sergio Catota, un trabajador del área de Prensa. “Creo que sí llegamos al Mundial”, dijo emocionado mientras revisaba en el teléfono celular la foto que uno de sus compañeros le tomó.
Más adelante el DT caleño de 55 años almorzó con una docena de periodistas y las preguntas también fueron parte del menú.
El resto de comensales ya había terminado y él, como se la pasó conversando, casi ni tocó la sopa. A cada pregunta respondía con su mano en la cuchara sopera, como esperando el momento para llevarse un bocado.
Su tono de voz fue suave y su conversación fluida. Para todo tenía una respuesta clara y llena de datos. A pesar de no poder comer con toda la tranquilidad, estuvo a gusto con la charla futbolera.
Tras el almuerzo se fue al baño y se enjuagó la boca con agua. Allí reconoció que cometió el “pecado” de comer carne, algo que casi nunca hace. También dijo que prefiere no estar pendiente de lo que dicen los medios de comunicación para así tomar mejor sus decisiones sobre la cancha.
Tras esto, las interrogantes continuaron y también las respuestas, siempre cordiales. Antes de partir pidió un capuchino y le dijo a su cuerpo técnico, a quienes considera como “hermanos”, que en la Casa de la Selección deberían instalar una máquina de café como la que hay EL COMERCIO. “Menos mal que tuve testigos, de no mi mujer no me cree que estuve acá tanto tiempo”.