En Santo Domingo, el paracaidismo tiene sus adeptos. Las ganas de sentir adrenalina los lleva a lanzarse al vacío.
Lanzarse al vacío desde 10 000 pies de altitud a una velocidad superior a los 200 kilómetros por hora tiene más adeptos en Santo Domingo.
No se necesita ser profesional para volar por los cielos, solo ganas de vivir una experiencia entre nubes y viento. La empresa Textreme incentiva la práctica del paracaidismo desde hace seis años en la provincia tsáchila.
Al principio surgió como una rutina de un grupo de exmilitares paracaidistas que querían mantenerse activos.
Pero debido a las sugerencias de los amantes de los deportes extremos decidieron conformar Textreme para llevarlos hasta los cielos a disfrutar de este deporte de aventura.
Tex Montes de Oca, el líder de la organización, señala que en todo este tiempo han saltado desde avionetas y helicópteros más de 200 aventureros.
Incluso personas con discapacidad física. El ejercicio más común es el salto libre. Textreme les dota de paracaídas, cascos, gafas, chalecos y altímetros a quienes se arriesgan a ser parte de esta experiencia.
Si se trata de un principiante se le recomienda saltar acompañado, a fin de que se familiarice con los ejercicios que se deben aplicar durante el tiempo de la travesía.
Glenda Ojeda, por ejemplo, aprendió que a menos de
3 500 pies de altitud debe accionar el paracaídas, para luego tomar la dirección correcta hacia el lugar donde debe aterrizar.
Hace un año, cuando lo hizo por primera vez, sintió un vacío en el estómago, mientras su cuerpo flotaba como en un sitio sinfín.
Cuenta entre risas que a veces no dan ganas de activar el paracaídas por la gran sensación de puro “relax que se siente en este paraíso”.
Cada instante que vive el aventurero es captado por las cámaras GoPro que los instructores portan en sus cascos. La idea es que el usuario pueda volver a vivir ese instante fascinante de volar por los cielos observándose en videos o fotografías, señala Tex Montes de Oca. Él aprendió esta actividad en la Escuela de Paracaidistas del Ejército cuando tenía 20 años.
Los días nublados es cuando no se recomienda saltar, debido a que se complica la visibilidad del paracaidista y la avioneta.
En la unidad militar realizó cerca de 25 saltos, que le dieron la experiencia suficiente -dice- para promover esa práctica en la vida civil.
Montes de Oca cree que el sueño de toda persona es volar por los cielos, alguna vez en su vida.
Por eso señala que muchas personas cada vez se involucran en el paracaidismo como para ir más allá de sus límites.
Su equipo de trabajo está conformado por seis instructores que tienen los conocimientos necesarios para guiar un salto libre desde una nave.
Por ejemplo, Montes de Oca tiene una especialización en Skydive University de Estados Unidos.
Textreme alquila avionetas de compañías particulares para los practicantes del paracaidismo. Ellos gestionan los permisos ante la Dirección de Aviación Civil para zarpar con los aventureros. En cambio, los practicantes no necesitan tener permiso. La única condición es liberarse de los miedos y disfrutar.
Las sugerencias que dan los instructores antes de saltar es abrir los brazos para que la dirección del viento los coloque en una posición adecuada. Solo así se logra tener éxito en esta travesía por los cielos.