Jugadores del Deportivo Quito en el complejo de Carcelén el 5 de diciembre del 2018. Foto: Álex Puruncajas / EL COMERCIO
Los jugadores del Deportivo Quito llegaron al complejo de Carcelén, la mañana del 5 de diciembre del 2018, y allí se enteraron de la notificación de la FIFA que obliga al elenco de la Plaza del Teatro a jugar en el fútbol aficionado.
Los futbolistas llegaron motivados por la clasificación de hace una semana a los dieciseisavos de final de la Copa Ecuador. Sin embargo, al arribar se enteraron de la situación. “Ahorita estoy un poco mal para hablar”, dijo Juan Guerrón, uno de los experimentados del club. “Con esto ya no da ganas de ningún agasajo”, expresó Jaime Molina, coordinador del club.
Al lugar también arribó Juan Manuel Aguirre, presidente de los azulgranas. Se reunió con otros tres dirigentes para conocer con precisión cuál es la categoría en la que jugará al club. Eso sí, su posición fue firme. “Soy partidario de mantener al club y no hacer ninguna refundación del equipo con otro nombre. En medio de todo esto, lo bueno es que los jugadores quieren seguir en el Quito”.
Los futbolistas están en la incertidumbre, puesto que desconocen su situación laboral para el próximo año. “Con que me paguen las terapias este año, el otro busco un nuevo equipo”, expresó un jugador lesionado.
Aguirre detalló que la deuda por la que el equipo fue suspendido corresponde a Martín Andrizzi, quien reclamaba 45 000 desde hace 10 años.
El directivo dialogó con el jugador hace dos semanas y le pidió llegar a un acuerdo. “Él pedía USD 30 000 y para nosotros era imposible eso”, indicó.
El Quito tiene otras deudas que se tramitan en la FIFA. Según Aguirre, la deuda “en firme” asciende a USD 8 millones.