Una de las interesantes lecciones que dejó el 3-1 sobre Chile es que la Tricolor no depende de Antonio Valencia para jugar bien ni para ganar.
Se temía que la ausencia del 7 del Manchester United le restaría al equipo nacional sorpresa, llegada, habilitaciones, recuperaciones y centros. Pero pasó lo contrario y el equipo del entrenador Reinaldo Rueda no tuvo ningún inconveniente para volver a meter tres goles a Chile, al que destruyó precisamente con pases, marca y centros. Debió ser humillante para los chilenos que Christian Benítez les cabeceara tres veces en cinco minutos.
Es saludable que no exista dependencia sobre un jugador en particular. Rueda ha logrado encontrar un banco largo que le permite mantener el esquema y el estilo, al menos en los partidos de local en Quito. Ecuador está lejos de la desastrosa presentación en Buenos Aires (Argentina nos goleó 4-0) y muestra una solidez tan grande a la que solo le ha faltado definición. Valencia, por su peso internacional y su simbolismo, transmite mucho, pero en el Atahualpa no alcanza a dar todo lo que tiene. Que tenga relevos le hace bien al proyecto de ir al Mundial.