Desde su infancia aprendió a amar el fútbol. Teresa Cruz, de 65 años, es una de las hinchas más fieles de la Selección ecuatoriana y acompaña al equipo donde juegue.
Ella está en Bolivia. Nació en Chimbacalle, en el sur de Quito, se enamoró del fútbol en las ligas barriales y ahora es parte de su terapia psicológica viajar a cada rincón donde juega la Tricolor.
Esta hincha de Liga de Quito tiene una particular forma de tratar a los futbolistas de la Selección. Les mima siempre y les dice “mis niños”. “Empecé a seguir a la Tri hace 25 años. En el Mundial Corea y Japón, Agustín Delgado me llamó madrina y desde ahí siempre estoy con mis niños”, cuenta la mujer que vive desde hace 35 años en Estados Unidos.
Sentada en el ‘lobby’ del hotel donde se concentró Ecuador, ayer fue la primera en ir a esperar al equipo. En una bolsa llevaba camisetas. ¿De quiénes son? “De mi niño Antonio (Valencia). De mi querido Joffre Guerrón y una de mi ‘Chucho’ Benítez”.
En su bolso también tenía un recuerdo especial. La última foto que se tomó con Christian Benítez a la salida del camerino en el Atahualpa después del empate con Argentina y lleva ese recuerdo como algo sagrado.
Ella dice que una de sus costumbres, por ejemplo, es chatear con Valencia por Facebook o por celular y siempre se ponen de acuerdo en algo: orar por la memoria de Benítez.
Cruz estuvo en el partido que se jugó en Colombia el viernes pasado y fue la primera en llegar a La Paz, Bolivia. Ella siempre viaja acompañada con un grupo de hinchas que son parte de la colonia de Estados Unidos.
“Soy una agradecida con la gente de la Tri. Una vez tuve la invitación a comer en la Casa de la Selección y el profesor Reinaldo Rueda siempre me permite estar cerca de mis niños”.
Cruz sufrió un accidente en su trabajo de limpieza en Estados Unidos y por eso tiene algunas enfermedades y parte de su terapia psicológica es estar cerca de los jugadores en las eliminatorias.