Un clásico jugado con ganas y emociones. Ese fue el desarrollo del enfrentamiento de ayer entre los chullas y los albos.
La euforia de las dos barras puso el marco adecuado para el desarrollo del cotejo, que tuvo muchos altibajos, como el clima, que pasó de nublado a sol radiante en un breve lapso.
En las gradas, los 21 11 4 espectadores que pagaron sus entradas se repartieron el escenario en partes iguales. La barra quiteña, como ya es costumbre, se ubicó en el sector oriental, en la zona de preferencia. Los aficionados de la U se repartieron entre las generales norte y sur, a partes iguales.
Tanto la Mafia Azulgrana como la Muerte Blanca apoyaron a sus equipos incondicionalmente.
Las dos expulsiones de los jugadores albos Néicer Reasco y Jorge Guagua pusieron el picante. Principalmente la primera, que fue considerada como exagerada por los hinchas de la casona.
Fuera de esta polémica decisión, el árbitro Alfredo Intriago estuvo acertado en sus decisiones, especialmente en la expulsión de Guagua y el cobro del tiro penal, que fue tapado por Domínguez.
El cotejo comenzó con la algarabía chulla que inundó el estadio con su ‘Y dale, y dale, y dale Quito dale’ y terminó con uno de los himnos blancos, para quienes el empate de su equipo con nueve hombres tuvo tintes épicos.
Al final, lo que nunca debe ocurrir en un estadio y que, lastimosamente, es cada día más común: el enfrentamiento de las barras o de estas con la Policía.