Como en toda victoria, el título que ahora festeja Deportivo Quito tiene muchos padres; pero hay un hecho decisivo en el recuento de este logro: el despido del DT Fabián Bustos y la llegada de Carlos Ischia al banquillo.
El 9 de mayo, tras la impactante derrota del Quito por 4-2 ante Liga de Loja en el Atahualpa, la directiva azulgrana decidió cambiar de cuerpo técnico, a pesar de que el equipo estaba en tercer lugar de la primera fase y contaba con un buen plantel.
“Los resultados no eran desastrosos”, recuerda Fernando Mantilla, presidente del Deportivo Quito, “pero percibimos que Fabián (Bustos) no lograba ser entendido por los jugadores”.
Mantilla charló con los referentes del plantel y concluyó que la plantilla se sentía incómoda con Bustos por su falta de experiencia con futbolistas de primer nivel.
Antes de dirigir al Deportivo Quito, Bustos dirigió una aceptable campaña con el Manta. Mantilla dice que se lo contrató porque, aunque carecía de la jerarquía que dan los títulos, tenía una gran identificación con la divisa azulgrana (fue jugador chulla) y un gran humanismo.
Eso no bastó para que Bustos lograra ser captado por jugadores que ya habían sido campeones nacionales y que incluso habían pasado por Europa.
Bustos cometió el error de ser demasiado abierto con los jugadores. Nunca perdió la humildad, pero sin darse cuenta entregó demasiadas dosis de confianza, que le hicieron perder la jerarquía en el campo de juego.
Según Mario Galárraga, histórico jugador azulgrana y amigo de la institución chulla, Bustos no estaba listo para dirigir a un “equipo grande como Deportivo Quito”.
Los jugadores aceptan que con la llegada Ischia al complejo Ney Mancheno, en Carcelén, en mayo pasado, el equipo dio un giro total. “Tuvimos seguridad, ya no estábamos como en alerta todo el tiempo”, dice Luis Checa, sin dejar de resaltar el respeto y consideración que siente por Bustos.
Bustos se fue tras 15 cotejos, de los que ganó ocho, empató cuatro y perdió tres.
El defensa agrega que con Bustos el equipo saltaba “ansioso” a la cancha y que con Ischia aprendieron a arribar al campo de juego con calma y confianza. “El ‘profe’ Bustos quería ganar y ganar”.
Michael Castro, jugador del plantel chulla, dice que Ischia transmitía jerarquía. “Es un técnico que te inspira cuando levantas la mirada hacia la banca”. Y con esa mirada como inspiración, el Quito ya festeja su quinta corona.