Pinturero pase ayudado de Morante en su excelente tarde en Latacunga 2014. Foto: Armando Prado: Archivo/El Comercio
Confirmado. Morante de la Puebla, figura del arte del toreo, estará haciendo el paseíllo en América como único espada.
José Luis Cobo, empresario y ganadero que está al frente de la Feria de Latacunga dijo a diario EL COMERCIO que ha cerrado la contratación con el espada andaluz.
Su magnífica faena del año pasado y la impresión que dejó en aficionados en el país y otras partes del mundo que llegaron en el 2014 a la capital del Cotopaxi fue el aliciente para esta propuesta, aceptada de buen agrado por el diestro.
Morante estará en Latacunga el 28 de noviembre con ejemplares de Huagrahuasi y Triana. Las negociaciones se terminaron en la última semana. “Los ecuatorianos aprecian el arte de Morante y la afición lo respaldará en los días que esté en el país”.
Morante nació en la Puebla del Río el 2 de octubre de 1979. Fue sorpresa para los aficionados desde el primer día de su presentación en público.
Los entendidos y la prensa empezaron a vislumbrar a un torero especial dotado de personalidad y arte. Tras una época de rodaje Morante tomó la alternativa de matador de toros en la plaza El Plantío, de Burgos, el 29 de junio de 1997 con un cartel conformado por César Rincón y Fernando Cepeda con toros de Juan Pedro Domecq, cortó dos orejas.
Un año después Morante de la Puebla confirmó su doctorado en la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid, en plena feria de San Isidro un 14 de mayo. Julio Aparicio fue el padrino y el testigo, Manolo Díaz, ‘El Cordobés’. Desde entonces no ha dejado de sorprender a los aficionados que siguen a los toreros de ese corte como heredero del trono que dejaron vacante diestros como Curro Romero o Rafael de Paula, por ejemplo.
En Latacunga, en el 2014 fue un suceso. EL COMERCIO la reseñaba como una de las más grandes faenas que se hayan visto en Ecuador: “la faena de Morante fue colosal”. Brillante inicio a la verónica y delantales pintureros fueron el preámbulo. El puyazo dejó al toro descolgado, perfecto para embestir. Inicio en los tableros con apostura y emoción y embrujo en los remates. Ya la faena fue indescriptible. Al derrame de arte por la derecha en series de temple y torería sin igual, seguían buenos naturales, a la gracia en los remates sobrevenían nuevos y largos pases en redondo y, con un pitón derecho superior, el toro humillaba y repetía sin descanso. Los tendidos aplaudían a rabiar.
La gente no podía creer que una acabada, por suprema, manifestación de arte se estuviera esculpiendo ante sus ojos y las retinas derramaban lágrimas para lubricar la obra de arte puro. Entonces llegó el rumor. Muchos espectadores pedían el indulto al noble y bravo ejemplar y en el empeño la faena se pasaba de tiempo (…) la vuelta al redondel de Morante de la Puebla fue apoteósica y su faena queda escrita en los anales de la fiesta en el país.
A los pocos días Morante toreó el Festival de la Virgen Esperanza de Triana en la Plaza Belmonte. EL COMERCIO lo reseñó así: “Un faenón regaló Morante al público de Quito. Un trasteo de ritmo y temple, con sabor a torería antigua y con forzados de pecho de remate y kikirikís de arrebato. Dos orejas simbólicas”.