Final del Giro de Italia 2019. Richard Carapaz del Team Movistar ganador del Giro. Foto: Archivo EL COMERCIO
El Real Madrid de los ‘galácticos’, los Boston Celtics del ‘Big Three’… ¿Y ahora el ciclismo? El mundo del deporte no es ajeno a los superequipos, la acumulación de las estrellas de cada disciplina en unos pocos clubes, un fenómeno que podría haber llegado al ciclismo después de los fichajes de Tom Dumoulin por el Jumbo y de Richard Carapaz por el Ineos.
El desembarco de Ronaldo Nazario, Zinédine Zidane, o David Beckham en el Real Madrid a principios de siglo supuso un auténtico tsunami en el mundo del fútbol. Con ellos se inauguró una manera de encarar los mercados de fichajes que fue replicada posteriormente por los grandes clubes de Europa.
En la NBA el ‘Big Three’ de los Celtics formado en 2007 (Paul Pierce, Kevin Garnett, Ray Allen) no fue el primero en la historia de la mejor liga de básquetbol, pero sí se ha reproducido con mayor frecuencia a partir de esa fecha con, entre otros, el recordado tridente de los Miami Heat en 2010 (LeBron James, Dwyane Wade, Chris Bosh) .
Carapaz añade su Giro de Italia-2019 a un equipo Ineos cuyos corredores para esta campaña ya sumaban sin él 9 Grandes Vueltas y 3 Mundiales. Y Dumoulin, vencedor del Giro-2017 y subcampeón en el Tour de Francia-2018, aterriza en una escuadra que viene de celebrar la pasada Vuelta a España, conquistada por Primoz Roglic.
No es la primera vez que se produce el fichaje de un gran corredor para reforzar un muy buen equipo. Sucedió, por ejemplo, cuando el Movistar español se llevó a Mikel Landa después del cuarto puesto del vasco en el Tour-2017 con Sky, el antiguo Ineos.
Pero los movimientos de Ineos y Jumbo en el mercado pueden haber marcado un punto de inflexión.
En primer lugar porque Dumoulin, cansado de la falta de competitividad de su anterior escuadra, el Sunweb, podía haber elegido fichar por cualquier estructura, y se decidió por una en la que además de Roglic figura Steven Kruijswijk, tercero en el Tour-2019, el prometedor todoterreno Wout Van Aert o uno de los mejores esprínters del pelotón, Dylan Groenewegen.
Y segundo, porque estos superequipos ya no solo roban el talento que sobresale en los clubes pequeños, sino que están en disposición de dejar en los huesos a combinados de mucho peso en el pelotón.
“Uno de los equipos que te marca muy bien esa línea es Movistar. Es un equipo que desde la época del Reynolds, del Banesto, siempre tuvo corredores de mucha calidad y compitiendo en prácticamente todas las carreras”, analiza para la AFP el exciclista español Oscar Pereiro, ganador del Tour-2006. Ahora “estamos viendo que los corredores que más o menos sobresalen se le van porque no los puede retener económicamente” .
Pereiro hace referencia a Carapaz y al costarricense Andrey Amador, quien también compartirá maillot con Chris Froome (ganador de siete Grandes Vueltas), Egan Bernal, primer latinoamericano en coronarse en un Tour, Geraint Thomas, vencedor de la ronda francesa en 2018, o Rohan Dennis, dos veces campeón del mundo de contrarreloj e incorporado también esta temporada.
No hay duda de que el tamaño de la billetera -se calcula que el presupuesto anual del Ineos ronda los 40 millones de euros- es esencial para atraer a las estrellas, pero ambos superequipos tienen más argumentos que el dinero para llamar su atención.
“Son equipos que ponen el máximo para que sus ciclistas (…) rindan al máximo. No se basa únicamente en el poder adquisitivo que puedan tener, sino en la parte de cuidados personales hacia el ciclista”, explica Luis Pasamontes, ex ciclista del Caisse d’Epargne, actual Movistar, destacando la innovación constante de estos conjuntos.
“Eso al final motiva mucho al corredor, le hace estar, a nivel emocional, por encima del resto”, apunta.
El tiempo dirá si en 2020 Ineos y Jumbo han inaugurado una etapa en la historia del ciclismo o si sus ambiciosas incorporaciones no dan los resultados esperados. En la teoría asustan más que nunca, ahora es el turno de la práctica.