En actitud muy precipitada y con sabor a despedida, el señor expresidente Rafael Correa protagonizó tres hechos controversiales, los mismos que paso a enumerar. Primero. Su actuación frente al fenómeno de las lluvias que afectó la flamante estructura financiera, haciendo el papel de ingeniero, trató de explicar lo sucedido como un asunto normal y fijando un monto arbitrario de dinero para los trabajos de reparación, sin considerar que estos menesteres son propios de los técnicos en la materia.
Segundo. Con poco tino político procedió a indultar al Sr. Antonio Buñay que cumplía una condena por su participación en el tristemente célebre caso Duzac, en una clara interferencia en otra Función del Estado y el débil argumento de que el mismo ha mostrado “arrepentimiento”, lo cual cae en el campo subjetivo y que no se puede cuantificar. Tercero. Tratando claramente de asumir una actitud favorable a un coideario suyo condecoró con una alta presea al Sr. Juan Pablo Pozo, sin considerar que presidió unos comicios cuestionados y en su condición de juez electoral debía excusarse de recibir un homenaje que no lo enaltece y más bien lo denigra por la alta dosis de vanidad que encierra.