Muchos se preguntarán de quién se trata, y en cierta forma es descuidado por casi la mayoría de las personas: Se trata del corazón, que es el núcleo central del sistema circulatorio y es un poderoso e incansable trabajador que nunca duerme. Sus poderosos músculos bombean incansables los 5 litros de sangre que posee el cuerpo humano, latiendo más de 100 mil veces al día, es decir, unos 3 000 millones de veces en la vida de un ser humano. Su diseño es una maravilla del Creador Supremo, pues sus latidos están controlados por un sistema nervioso con cavidades superiores o aurículas que se contraen antes que las inferiores o ventrículos en fracciones de segundos, permitiendo la circulación del torrente sanguíneo, que es el alimento de vida del ser humano. Generalmente la velocidad con que late el corazón de los animales es inversamente proporcional a su tamaño, mientras más grande es el animal, más lento es su ritmo cardíaco, el corazón de un elefante late unas veinticinco veces por minuto mientras el de un colibrí late a mil veces por minuto; en los seres humanos, en los recién nacidos las pulsaciones son de 130 mientras en los adultos es de 70. Mientras más trabaja el corazón, menos años de vida tienen los animales, razón por la cual un ratón con 550 latidos por minuto vive 3 años, mientras una ballena con 20 latidos por minuto vive más de 50 años. Esto no aplica 100% en los seres humanos, pues de acuerdo con estos parámetros deberíamos vivir unos 20 años, pero al mantener sano a nuestro corazón gracias a los avances científicos, nos permite superar los 70 u 80 años de vida. De manera que a cuidar a nuestro trabajador más poderoso e incansable de nuestro cuerpo, pues de él depende en gran parte nuestra corta o larga existencia.