Las investigaciones que vienen realizándose, en diferentes campos, en el actual Gobierno, ha llevado a algunos correístas desvergonzados a criticar a Moreno con dureza y casi como un traidor al partido, porque habiendo supuestamente ganado las elecciones por el apoyo político de Alianza País, es un desleal y un delator de los secretos del expresidente, de modo que si todo tapaba, si todo encubría, a lo mejor merecía un monumento.
No soy amigo de Moreno, algo más, apenas conozco las decisiones que va tomando en diferentes áreas, con el objeto de que los ecuatorianos, nos sintamos seguros de que estamos viviendo otra etapa, pues la revolución del siglo XXI, en mi modesto criterio, no es más que la sustitución de la Patria por una clase revanchista, apta para la destrucción, pero nunca dispuesta a construir algo, porque el Estado, en este caso, busca estar al servicio solo de la clase dirigente y la sociedad en general sometida a él.
Es que la autoridad no puede fundarse en los castigos o en las prebendas, si no en su fuerza moral, porque no hay caricatura más ruinosa que la del político que juega con el poder y los fondos públicos, como si fuera un nuevo niño rico. Por eso esos “caballeros” buscan mostrarse indignados y bravos ante la prensa. Lástima que, en la práctica, es difícil impedir que lleguen indeseables al aparato burocrático del Estado, porque casi todos llegan con hambre.