El culto a la personalidad es la estrategia más utilizada por quienes buscan perpetuarse en el poder, el narcisismo propio de esta patología se irradia entre todos quienes sintiéndose irreemplazables consideran tener deberes mesiánicos que cumplir en sus países, a los que quieren representar para toda la vida.
El mundo ya ha vivido esta psicopatología en el siglo pasado cuando equivocadamente ha delegado el poder en una sola persona, la idea de que la izquierda está con el pueblo y la derecha en su contra ha sido fraguada tanto por el fascismo como por el socialismo con la única finalidad de perpetuarse en el poder: Lenin y Stalin, en la Unión Soviética; Hitler y Mussolini, en Alemania; Mao Tse Tung, en China; Franco, en España; Fidel Castro, en Cuba; Fujimori, en Perú; Chávez, en Venezuela son ejemplos de “líderes supremos” con similares patologías de intolerancia, delirio y mucha propaganda.
La manipulación de los medios de comunicación, la estructura de comités de seguidores, la búsqueda del conflicto permanente van dejando problemas con dramáticas consecuencias para la población. La psicología pone al descubierto el narcisismo de estos líderes mesiánicos que piensan que el mundo está lleno de seres inferiores, el himno de la internacional socialista refleja este dogma, “Ni en dioses, reyes ni tribunos, está el supremo salvador.
Nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor”. Los líderes saben manejar problemas, son humildes y tolerantes, no se sienten el principio ni el fin de todo, trabajan en equipo y tienen “calidad humana”.
Recordar la historia permite no repetir los errores del pasado.