¿Qué pensaría Jesucristo paseándose en los corredores del Vaticano, entre tantos tesoros acumulados a través del tiempo, sabiendo que el Banco del Vaticano tiene filiales que invierten en la producción de armas? Él, que entrega su cuerpo, sacrificio divino para conseguir el alimento para la humanidad.
2 000 años más tarde, la gente de África vive la peor hambruna generada por la guerra, ante la apática respuesta de nuestra millonaria religión, creada con base en la inmolación de nuestro Dios. Escuchamos palabras del papa Francisco, ¿rebeldía para un bien común ? Es hora de vender esos tesoros inútiles y destinar los fondos al bienestar humano: primero para paliar la actual miseria africana y luego al resto del mundo que padezca hambre. No solo dando alimento, sino enseñando a producirlo. ¿Será posible que el Papa nos hable de la unción que debemos tener con Jesús y no entender la razón de su sacrificio? “Entrego mi cuerpo por el pan de la humanidad”.