Tomando en consideración los antecedentes históricos del conflicto, así como la convicción de que el fin de la guerra, la muerte y el sufrimiento de ambos pueblos solo recae en la voluntad política para alcanzar un acuerdo de paz integral, se requiere: En primer lugar, se debe aislar políticamente tanto a nivel doméstico como internacional a los grupos ultranacionalistas judíos (sionismo) y a los fanáticos islámicos palestinos que ejecutan acciones terroristas, debido a que el principal obstáculo para el establecimiento de negociaciones serias entre las partes es la oposición interna de estos grupos que negocian con la muerte y la violencia, para que prime un liderazgo moderado y prudente que además de tener la voluntad política de alcanzar la paz ejerza una pedagogía social en sus respectivos pueblos para desterrar los odios y resentimientos y establecer un proceso de reconciliación gradual.
En segundo lugar, la consecución de un acuerdo negociado a través de una solución política del conflicto necesita imprescindiblemente la aceptación de las partes en la ejecución de concesiones recíprocas que viabilicen consensos y la coexistencia pacífica como por ejemplo: Israel debe de reconocer la legitimidad política de Hamas, que controla la Franja de Gaza, como en su momento lo hizo con la OLP de Yasser Arafat como interlocutor legítimo del pueblo palestino e irreemplazable sin el cual no se podrá vislumbrar un acuerdo de paz eficaz, tal reconocimiento debe fijar condiciones de seguridad como el cese de actividades terroristas por parte de Hamas. Igualmente, Israel debe de aceptar la resolución del Consejo de Seguridad #242 que establece la existencia de dos Estados independientes y soberanos según los límites fronterizos de 1967, que garantiza que tanto Gaza, Cisjordania como parte de Jerusalén sea territorio indivisible e integral palestino.