Antes y ahora también, purificada la amplitud del concepto de la herencia, con las leyes inexorables sustentadas por Mendel, y lo ratificado por el adelanto científico, tenemos la certeza de que en el comportamiento de los seres humanos entran en el juego estructural de la conducta, mucho de todo cuanto fueron nuestros antepasados, especialmente de quienes al engendrarnos nos permitieron la maravillosa oportunidad de vivir en esta realidad social de tan compleja y difícil relación.
Lo expuesto es una afirmación repetida por todos quienes nos atrevemos a despejar la incógnita del por qué de los procedimientos o conductas de cada uno de nosotros; en consecuencia de lo cual, hoy, con el mayor de los respetos, como no puede ser de otra manera, en relación al distinguido ciudadano que ejerce las funciones sociales de Presidente Constitucional de la República, debo decirle que tuve la oportunidad grandiosa de conocer y ser amigo de su Señor padre, el ilustre profesor de altos quilates profesionales y de intachable honorabilidad Señor Serbio Tulio Moreno.
En el Colegio Juan Montalvo donde se formó, era presidente del internado donde le conocí en mis primeros dos años de estudiante. Luego fui profesor en Sucumbíos y la suerte me privilegió que fuera mi Supervisor. Le acompañé para su campaña fin conseguir ser el Diputado por la Provincia del Napo-Pastaza en aquel entonces, para por fin con su amistad conocer sus dotes como alto funcionario del Ministerio de Educación, siempre, demostrando su apego a la verdad, su inteligencia al discernir la problemática social y educativa, y claro está, en todo tiempo y lugar poniendo de relieve el honor intachable de personalidad positiva.
Hago reminiscencia fin compaginar con lo que los ecuatorianos esperamos de Usted Señor Presidente, pudiendo confiar en que su ADN le debe proporcionar los requisitos para no traicionar a los requerimientos colectivos y no permitir que la corrupción que se dice ha campeado en la administración pasada, no sea sancionada ni protegida por la estructura del llamado “tongo” que busca la impunidad.