Estamos atravesando una dura y cruel pandemia que se ha unido a situaciones terribles que teníamos pero que ahora se han incrementado con la política oscura, la corrupción, la incapacidad del Congreso, el desempleo, la falta de cultura; en fin, docenas de procesos negativos.
Pero hay una situación cobarde que viene ganando espacio en todo el país y nos ha colocado de una manera despreciable ante otros países, el femicidio. En lo que va del año hay sobre 1.600 casos (entre niñas, jóvenes mujeres maduras) que han sido vilmente asesinadas por “hombres machos”.
Ellos abusan de la única razón en la que son superiores a las mujeres: la fuerza. El asesinato femenino es el culmen de su estupidez pues antes han llegado a la grosería, a la violencia física, maltrato psicológico, violación; en fin, un irrespeto total y una brutalidad tan animal que los hace olvidar que vinieron al mundo de una mujer, que tuvieron madres, hermanas, esposas, abuelas, hijas. Sí, definitivamente, esta clase de hombre pertenece a la especie animal y va desenvolviéndose, por la falta de leyes y autoridades, de una manera generalizada en nuestro medio.
¿Por qué los gobiernos de turno no pueden enfrentar con capacidad esta dolorosa injusticia que sufre el género femenino? No es tan difícil, es solamente proponer y poner en práctica una nueva ley que castigue como se merece a estas ruinas humanas que son cobardes causantes de que la mujer, nuestras mujeres, estén expuestas permanentemente al peligro que causan estos retazos miserables que se consideran “hombres”.