Durante todo el año en determinadas fechas, y casi en todo diciembre, de una manera agresiva los ciudadanos soportamos violentas explosiones generadas por fuegos pirotécnicos, que desde tempranas horas de la mañana hasta muy tarde en la noche hieren los tímpanos y causan un impacto ambiental nocivo.
El manejo indiscriminado, irresponsable y antitécnico de tales explosivos ha cobrado vidas humanas y ha dejado mutilados a muchos individuos. Es grave también el daño que causan a las diversas especies animales, toda vez que estas tienen una capacidad auditiva mucho más sensible que los seres humanos, y tales estruendos les causa problemas cardíacos, miedo, estrés que provocan alto riesgo en su vida, además por el temor muchas veces huyen despavoridas, especialmente las aves que salen en bandadas de sus nidos, pierden su orientación y jamás retornan a su hábitat.
Si bien en el país se ha avanzado mucho en el marco legal relativo a protección ambiental y de los animales, es hora de que la legislación sea más severa en torno a esta temática y que las autoridades tomen cartas en el asunto y sanciones drásticamente a los causantes de tan bárbaro atropello a la sociedad, a los animales y al ambiente.
Algunos países europeos ya han tomado cartas en el asunto, y es así como en Parma, Italia, se prohíbe terminantemente la utilización de pirotecnia que emita ruidos o explosiones, se plantea como alternativa el uso de pirotecnia silenciosa “para disfrutar el color que estos proyectan en el cielo” y así preservar la tranquilidad de los animales en las festividades.