Su transitar académico esta signado, por el reclutamiento,aislamiento y el renunciamiento forzados, condiciones, no hermanadas con la convivencia intrafamiliar y la interacción en el seno de la sociedad, mas tarde estas falencias se traducirán en una ausencia de tacto social, cuando se encuentren en el cumplimiento de sus funciones; los entornos mencionados engendran sensibilidad, humanidad y tolerancia, valores que tienden a edulcorar ese carácter a veces poco amigable del policía, emanado de un sistema doctrinario secular y anacrónico, concebido unilateralmente, sin recoger el sentir de quien encarnará los preceptos vertidos en esta doctrina, que no esta en sintonía con la vida moderna y cuyos tentáculos llegan a alcanzar a sus seres queridos, cuando en ocasiones se ven sometidos a vivir sin la figura de su padre, porque estos en aras de las labores institucionales y por esa “suerte de renunciamiento”, interiorizado a lo largo de su carrera se ven obligados a ausentarse de sus hogares por largos periodos de tiempo, pendiendo de un hilo su equilibrio familiar. Por algo Vargas Llosa, a manera de denuncia a un sistema establecido, en su libro “La ciudad y los perros” recrea la vida de los cadetes en una institución militar.