Opinión
Definitivamente, en el transcurrir inexorable del tiempo, uno llega a la conclusión de que, el éxito no enseña, lo que enseña es el fracaso, traigo a colación este enunciado, porque al conocer del triunfo de Javier Pincay, nos reunimos varios contertulios en el análisis político, para tratar de predecir el futuro de quien por decisión del soberano iba a ocupar el sillón de Menéndez.
La mayoría de nosotros le deseábamos éxitos, como defensores de la democracia, somos más demócratas en el fracaso que en el triunfo. Lamentablemente existían en esta tertulia política varios agoreros del desastre que, no proporcionaban el beneficio de la duda a Pincay, ponían en tela de juicio sus cualidades de gobernante pues pensaban que solo era un populista.
Les exponía que la administración que finalizó el pasado mes de mayo, había escrito un manual llamado “Plan 2035”, donde esta plasmada una proyección de los temas más relevantes para el beneficio de nuestra urbe, lo que debía hacer Pincay, en mis modestos conocimientos además de valerse de su experiencia como profesional y concejal, era aprovechar este valioso instrumento de planificación. Solo había que mejorarlo, por cuanto no estaba escrito en piedra.
El que no se detiene nos ha dado la razón, por cuanto todas las obras que se van ejecutar con recursos obtenidos mediante créditos, no se ha cambio ninguna de ellas, decisión acertada por nuestro burgomaestre. Las obras no le pertenecen a tal o cual administración, estas pertenecen a cada uno de los ciudadanos que conformamos el tejido social, de la ciudad de los Reales Tamarindos
Por tanto, hago propicio en estas líneas el respeto irrestricto a la democracia pues Pincay fue elegido, no en un domingo cualquiera, sino en una solemnidad llena de esperanza por mejores días, que existe algo incluso por encima de la constitución y eso es la voluntad popular.
Gustavo Cedeño Villavicencio.
Seguridad del pago de los bonos del Estado
Un medio de comunicación trae un interesante comentario respecto a la seguridad de las inversiones que se realicen en Bonos del Estado, cuyos papeles se negocian en las Bolsas de Valores de Quito y Guayaquil en elevados montos, pues el año 2.021 habría llegado a casi US$. 1.035 millones.
Lo importante de estas operaciones financieras, es que su pago está totalmente garantizado por los Contratos de Fideicomiso que en cada emisión deben firmarse entre el Ministerio de Finanzas que es quien emite los bonos y el Banco Central que realiza el pago de los cupones de intereses y del capital invertido, lo que le obliga a éste cubrir estas obligaciones, sin necesidad de que el Ministerio Economía y Finanzas tenga que autorizar el servicio de tales documentos, desapareciendo con ello la posibilidad de que el Estado se retrace en sus obligaciones.
Por la misma circunstancia, los créditos que otorga el Banco del Estado a los Gobiernos Seccionales, identificados ahora como Gobiernos Autónomos Descentralizados, no caen en mora porque al momento de aprobárselos se firman el Contrato de Crédito y el Contrato de Fideicomiso, lo cual le obliga al deudor cumplir con su obligación oportunamente mediante retención del Banco Central de los recursos necesarios y al BEDE a recuperar el préstamo otorgado, automáticamente, por lo cual el Banco no tiene cartera vencida.
El Gobierno actual que felizmente ya se va, descuidó entre varios temas, la promoción de estos papeles, porque en muchos casos puede ser más beneficioso endeudarse en el País y no en el exterior, pues aún siendo iguales las tasas de interés, la diferencia radica en el destino de los intereses pagados, pues en el un caso salen al exterior y en el otro beneficiarían a nacionales.
Iván Escobar Cisneros