Toda relación humana conlleva ciertos caracteres que fluyen espontáneamente, a medida que pasa el tiempo, que es quién define con exactitud hasta qué grado de amistad, pueden adentrarse las personas. Estamos viendo, con cierto optimismo, el cambio de gobierno y de estilo de Lenín Moreno con su antecesor.
El primero hace lo posible por distanciarse de malos elementos y acercarse, a quienes lo criticaban, haciendo posible respirar aires de libertad, en contraste con la actitud siempre prepotente de Correa, que le tildó de desleal y mediocre, porque no acepta el acercamiento con sus opositores, y con quienes discrepaba.
La invitación que Nebot le hiciera al Presidente por las fiestas julianas, es una muestra de amabilidad que debe primar en las relaciones humanas, después de casi 10 años de distanciamiento, entre el Ejecutivo y el Alcalde de Guayaquil ponen de manifiesto, al verdadero Estadista, que no confronta, sino que escucha y me parece que allí terminó la luna de miel.
Por eso, dice Pablo Cuvi en su columna, “Pasando de la metáfora a la calle, uno se topa con gente risueña, que apuesta que el villano de la película ya se hundió en el pasado, hundimiento que sería obvio, porque la mayoría de correístas de alto rango ha saltado al agua y nadan alegremente hacia la isla de los poderosos”.