Esta columna va para aquellos que estén hasta el copete de la bendita consulta y prefieran pensar en algo más provechoso. En lugar de hablarles de si la vida se resume en un sí o en un no, yo les quiero proponer un ‘business’ que presiento que nos puede cambiar la vida (la verdad ando necesitada de un socio capitalista).
La idea es sencillita pero contundente. Se trata de una sustancia, cabalmente bautizada como ‘Ubicatex forte’, que debe ser administrada a todo aquel ciudadano (y ciudadana, para que ‘las que sabemos’ se den por alulidas y no se vayan a hacer las locas) que quiera postularse a un puesto de servicio público. Léase bien: ‘servicio’, no prebenda. Y esto aplica en cualquiera de sus jerarquías, ojo (desde el portero del Eugenio Espejo, hasta el señor que ocupa durante cuatro años los aposentos de Carondelet).
En fin, la sustancia de marras promete evitarnos unos cuantos sinsabores al dejar, a quien la ingiere, claramente ubicado en cuál es su lugar y su función en la vida. Les detallo cómo funcionaría el remedio –nunca mejor usado el término.
A las pocas horas de administrado, la persona se da cuenta de dónde está parada y de cuál es su tarea de ahí en adelante. Por ejemplo, en lugar de frotarse las manos pensando en las dietas y/o viáticos generosos que corresponden a su puesto, asumirá lo que es ser un servidor público: alguien que sirve por vocación, con mística, rectitud y cortesía.
Mis queridos y potenciales socios, ¿quieren que les adelante un poco del ‘business plan’? A ver, en la posología nos vamos a ahorrar un montón, porque solo se necesita una dosis, bien puesta.
Así, apenas el fármaco empiece a circular por el torrente sanguíneo del candidato a servidor público, el individuo en cuestión jamás optará por la pésima –y criminal– costumbre de circular por las vías exclusivas del Trolebús, la Ecovía, el Metrobús, etcétera, a toda madre atropellando a quien se le cruce por delante. De hecho, sus opciones de desplazamiento, en horas de trabajo y en su tiempo libre, serán: el bus, el taxi o el carro propio, como cualquier cristiano.
Lo increíble del Ubicatex forte es que también funciona como antídoto contra la vagancia. Quien lo consuma no cometerá el horrible vicio de lanzarse a una candidatura pública para luego no asistir a las sesiones de la Asamblea o combinar alegre –e irresponsablemente– su cargo edilicio con los devaneos de un set de television.
La arrogancia, los complejos monárquicos, los malos modos y la propensión al insulto también quedan neutralizados en menos de 24 horas (ya sea que el medicamento se administre por vía oral, intravenosa o rectal).
Y hasta aquí llego; si quieren una presentación con PowerPoint ya saben a dónde escribir. Yo ya estoy poniendo la idea, ¿se animan a poner la plata?