Redacción Quito
Para el festejo del Bicentenario, los restos de Eugenio Espejo, considerado uno de los principales precursores de la Independencia, reposarán sin ninguna visita. Están dentro de la cripta de un templo repleto de albañiles, escombros y andamios.
Se trata de San José de El Tejar, una capilla ubicada sobre las lomas orientales del volcán Pichincha. Desde enero se encuentra en proceso de rehabilitación arquitectónica en manos de Fondo de Salvamiento (Fonsal). El proceso de recuperación demorará 120 días, y hasta ayer iban en la jornada 80.
Durante el próximo 10 de agosto, día en que se recordará a los próceres del Primer Grito de Independencia, estará cerrada al público. No obstante, para algunas personas la prohibición de ingreso al templo no es una sorpresa. La historiadora del Fonsal, Ximena Escudero, afirma que la capilla se cerró al público a mediados del siglo XX, cuando la Orden de las Hermanas Lauritas decidió suspender el ingreso de la puerta que da a la calle.
Cuando una persona particular llega a esta capilla, las religiosas anuncian que el ingreso está vetado para cualquier persona. Sin embargo, mediante el Fonsal se puede acceder. Una vez adentro, se ve en el centro de una sencilla capilla la cripta de Espejo.
Fuera del nicho hay varias condecoraciones y placas con elogios al médico Espejo. La cripta es subterránea y dentro de ella hay otra minicapilla, llena de objetos religiosos, flores. Las paredes son de ladrillo. En el ambiente se siente el frío y la humedad.
No se puede ver absolutamente nada, ya que cuando empezó la restauración del lugar se cortó la energía eléctrica. Solo con el flash de la cámara de fotos se visualizan la cripta y la capilla.
Gladys Valiente, una trabajadora del centro infantil Wawa wasi kuillurkuna, ubicado al costado izquierdo de la capilla y dirigido por las Lauritas, asegura que los únicos momentos en que se podía ingresar a la capilla eran los martes y miércoles a las 07:00, hora en que se celebraba misa, oficiada por los curas Mercedarios.
La arquitecta encargada de la obra, Ivette Jaramillo, afirma que se han invertido USD 70 000. Sin embargo, una vez terminada la restauración, no podrán decidir si abrirán las puertas al público.
Eugenio Espejo dejó escrito en su testamento su decisión de ser enterrado en ese lugar. “Es mi voluntad que mi cuerpo difunto sea cepultado en la Iglesia de la recolección de Nuestra Señora de las Mercedes, y Colegio de Miciones del señor San José (sic)”, firmó Espejo un 23 de diciembre de 1795, cuatro días antes de morir.