Un trabajador desinfecta el interior de una ambulancia tras el traslado de pacientes. Foto: EFE
Desde que se supo que el covid-19 llegaría inevitablemente a nuestro país, las autoridades de control y las instituciones que de una u otra manera estarían relacionadas con los portadores del virus empezaron a desarrollar políticas y a adoptar protocolos que permitieran dar un manejo adecuado a la emergencia en varios ámbitos.
Uno de ellos es el transporte, tanto de los pacientes con sospecha de infección o diagnóstico positivo, como de los cuerpos de quienes fallecieran por complicaciones derivadas de ese padecimiento.
Respecto de lo primero, el Ministerio de Salud Pública (MSP) elaboró un documento con lineamientos operativos en respuesta al covid-19. Este detalla la manera como un paciente debe ser trasladado desde el lugar en que se encuentre hasta un hospital de referencia, con todas las medidas de bioseguridad necesarias para evitar la propagación del virus.
Édison Velasco, paramédico del MSP, explica que, en el caso de pacientes con presunción de covid-19, independientemente de si se trata de un traslado de domicilio a hospital o entre casas de salud, el procedimiento contempla tres etapas: pretransferencia, transferencia y postransferencia.
La primera consiste en la preparación de los recursos necesarios, incluidos los humanos, para brindar una atención adecuada. La ambulancia debe estar dotada, además, de los implementos que pudieran requerirse para realizar un procedimiento invasivo, en caso de que el paciente presentara alguna complicación en sus vías respiratorias. Si no es así, se le coloca una mascarilla N95 para evitar el esparcimiento de aerosoles.
La fase de transferencia inicia con la notificación del traslado al ECU 911. Durante la movilización, el personal paramédico monitorea la condición del paciente y realiza los procedimientos que sean necesarios, hasta llegar a la casa de salud que corresponda y entregarlo al personal médico.
La postransferencia implica la desinfección de la ambulancia, incluidos sus equipos. Esta tarea se lleva a cabo en el área de disposición de desechos del mismo hospital, donde se realiza una fumigación con una solución de peróxido de hidrógeno. El instrumental es tratado con alcohol al 70%, clorhexidina u otras sustancias de uso quirúrgico.
Asimismo, tanto los paramédicos como el conductor de la ambulancia deben desechar toda la indumentaria descartable que hayan utilizado, según los protocolos establecidos.
Si el traslado es para una persona con diagnóstico de covid-19 positivo, las etapas son las mismas pero los procedimientos difieren. Por ejemplo, los acompañantes, entre quienes deberían estar incluidos el médico tratante y una enfermera, deben portar el Equipo de Protección Personal (EPP), compuesto por el traje blanco con capucha, zapatones, guantes, mascarilla N95 y gafas de protección.
Además, la ambulancia debe ser específica para ese fin por varios motivos. Debe contar con una cámara de aislamiento que permita delimitar el espacio en el que el paciente pueda generar aerosoles mediante tos o estornudos, y también debe tener espacio para llevar más personal, además de disponer de energía eléctrica para conectar equipos específicos.
Las empresas que prestan servicios exequiales también han tenido que adaptarse a los nuevos requerimientos circunstanciales. Sebastián Barona, gerente Administrativo de Funeraria Los Lirios, explica que sus procedimientos habituales cambiaron desde el inicio de la emergencia sanitaria.
La compañía se vio obligada a modificar desde la vestimenta de los conductores (ahora utilizan EPP) hasta la utilización de forros lavables en las autocarrozas, que son desinfectadas antes y después de cada utilización.
Esto a pesar de que, como indica Barona, el protocolo de manejo de cadáveres impide cualquier tipo de manipulación. Los cuerpos están contenidos en fundas herméticas que se colocan dentro de los ataúdes, los cuales a su vez son debidamente embalados y sellados.
Ximena Naranjo, gerente Funeraria de Memorial International, indica que esa institución modificó sus protocolos de manejo de cadáveres en el 2010, a partir del aparecimiento de las gripes H1N1, H1N2 y el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS). Esto comprende el uso de EPP por pate de su personal, así como una profunda desinfección de los vehículos.
Según Naranjo, todas las carrozas de Memorial cuentan con plataformas de acero inoxidable, lo cual permite utilizar sustancias como sablón e hipoclorito de sodio para la desinfección, así como máquinas de vapor.
Como medida adicional, los vehículos fueron dotados de un elemento temporal que separa completamente la cabina del conductor y el acompañante del compartimento donde va el ataúd, el cual será reemplazado por un componente original desarrollado por el fabricante en cuanto sea posible realizar la importación.