Es preocupante lo que declaró el presidente del Olmedo de Riobamba, Eduardo Granizo, un hombre dispuesto a luchar solo, como un Quijote, en contra de lo que él define como un claro ejemplo de abuso de poder en el alto mando de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF).
Se supone que el ente que rige y administra un deporte tan popular como el fútbol debería estar descontaminado de ciertas prácticas que son comunes en la política y en la lucha por el poder.
Que el Presidente de la FEF, es decir, el inefable ‘Luchito’ no actúa “como hombre de bien” y no defiende honestamente los reglamentos, se atrevió a decir de manera valiente el dirigente riobambeño durante una sesión en la cual no recibió el respaldo de ninguno de sus colegas de las federaciones.
¿Por qué diablos todo en el país tiene que ser politizado? Resulta que durante la reunión en la cual Granizo defendía su posición, el inefable llevó barras, como si se tratara de un congreso político donde el presidente decide quién entra y quién no a presenciar una sesión.
El dirigente del Olmedo debió sentir una gran impotencia por no poder defender en forma justa sus ideas. La libertad de expresión del riobambeño fue completamente vulnerada. Según testigos, cuando Granizo leía algunas líneas de un artículo del ‘Guapo de la Barra’, otro comedido dirigente se encargaba de apagar el micrófono. Lindo ejemplo de democracia.
La defensa de Granizo sostiene que su sanción es ilegal, pues las injurias deben ser dictaminadas por un juez, no por un órgano deportivo. Además, cuestiona que la apelación a la sanción sea tramitada por la Comisión de Disciplina que el mismo Luchito dirige o controla.
¿Qué dirán de esto los censores de la libertad de expresión que ahora miden todo lo que se dice o se publica? Granizo puede apelar a su derecho constitucional a la resistencia, para eso tiene el respaldo de toda la hinchada del Olmedo que se siente humillada por tanta ostentación de poder.
Dicen que la razón por la cual Granizo fue sancionado con dos años sin ejercer sus derechos de dirigente es que al inefable de la FEF lo acusó de dictador. Vaya calumnia, igual que en la política, lo que hizo Granizo fue ofender la majestad del poder.
Los dirigentes del fútbol ecuatoriano tienen terror de hablar de la “dictadura que existe en la FEF” porque pudieran bajarlos del avión, les quitarían sus beneficios o los empezarían a perseguir, denunció Eduardo Granizo.
Este pequeño gran detalle debería ser tomado en cuenta por todas las veedurías que se ha inventado en los últimos tiempos, donde hostilizar a los medios de comunicación se vuelve rutinario. Lo que sucede a Granizo es tan absurdo como cuestionar a Teleamazonas por difundir imágenes sobre una corrida de toros.