Redacción Sociedad
Los centros de salud están saturados de pacientes con cuadros gripales y la falta de médicos se agrava. Esto ocurre, pese a que las autoridades piden que los usuarios no acudan directamente a los hospitales, sino a los dispensarios.
La pandemia del AH1N1 saturó a los hospitales públicos. Esto hizo que las autoridades sanitarias pidan a los pacientes agripados que no acudan directo a centros como el Eugenio Espejo, sino que pasen primeramente por los centros y subcentros de salud.
Sin embargo, en estos dispensarios la congestión es igual y los problemas se ahondan porque no hay personal médico para atender. Por ejemplo, en el servicio médico de Cotocollao, en el norte de Quito, la carpa lució vacía. Pese a que al menos 15 personas hacían fila, la médica encargada de la carpa especial para AH1N1 no estaba. La enfermera del lugar explicó que tuvo que atender un parto y debió salir de urgencia. Por ello, pidió a los usuarios que “esperen un poquito, porque no hay otro médico que baje”.
Sin embargo, cinco minutos después llegó al lugar José Maldonado, pero se identificó como médico psiquiatra y se negó a responder preguntas con respecto a la influenza. Por ello exigió a los guardias que “desalojen el lugar”.
Minutos después, Fernanda Yánez, apareció con su hijo en brazos. “El doctor dice que no puede atenderme, porque no es pediatra, sino psiquiatra y que está allí solo porque lo mandaron de la Dirección”.
Otros subcentros, en cambio, tienen inconvenientes por el espacio físico. En San Carlos no hay un área especial para la gripe. El director del área, Marco Ortega, dice que no lo necesitan, “porque el número de pacientes es poco”. Sin embargo, la representante del subcentro, Irina Cedeño, advierte que no hay un espacio adicional por falta de espacio y no porque no lo necesitan. Los pacientes agripados permanecen en medio de otros usuarios que llegan por otro tipo de atención. Allí existe un servicio de emergencia, pero es un pequeño cuarto separado apenas por tablas. Este se halla en el mismo espacio donde atienden otras áreas.
Cedeño reconoció que recién la semana pasada llegaban los primeros tratamientos de Tamiflu, aunque Ortega señaló que trabajan con 100 tratamientos.
En el sur de Quito ocurre similares problemas. En el centro de salud de Guamaní, hay solo una doctora que atienden hasta 40 pacientes diarios. Pero a las 16:00, cuando se cierra el servicio. Aún quedan 15 o 20 en la fila. “No podemos hacer más. A veces la gente nos quiere pegar, porque cree que no queremos atender por nuestra voluntad”, señala una auxiliar de enfermería que no se identificó.