El ambiente en los pasillos de la casa de salud es tenso, en Portoviejo (Manabí), luego de que recibió a cinco heridos del tiroteo producido en el centro de rehabilitación social El Rodeo (sureste).
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La balacera ocurrió supuestamente entre internos de los pabellones B y C, a las 17:00 del viernes pasado. En esta resultaron heridos cinco hombres: Guido B., Tomás R., Guido M., Isidro R. y Edy B., alias ‘El Indio’, quienes son atendidos en una casa de salud.
Esta es la tercera balacera que ocurre en El Rodeo desde el 2009. En diciembre del 2010, Freddy C. murió también por un impacto de bala. La víctima estaba recluida en el pabellón A., donde recibió cuatro proyectiles. Allí se informó que él estuvo condenado a 25 años de prisión, inculpado por un asesinato.
Un oficial del Comando Provincial de Manabí señaló en ese tiempo que la balacera en el centro se dio por riñas entre internos.
Así mismo, en enero del 2009, tres reclusos murieron y dos fueron heridos también en otra balacera ocurrida en la misma prisión. El incidente duró cerca de 10 minutos y las detonaciones de las armas se escucharon hasta Calderón, una comunidad cercana a El Rodeo.
Entre el 2008 y el 2009 se reportaron 24 asesinatos. De estos, la mayoría se produjo por ahorcadura. Se trataba de presos que estaban próximos a salir libres. Durante el 2007, más de 10 internos, quienes estaban por recuperar su libertad, fueron asesinados.
El centro penitenciario El Rodeo tiene tres divisiones. Los pabellones A y C son de mínima seguridad y el B está destinado para los presos considerados peligrosos. Pero las requisas no impiden que ingresen armas. “Visitaba con frecuencia hace dos años a mi esposo. Las guías mujeres me revisaban tres veces. Las primeras hasta piden que se les muestre la ropa interior. En la segunda se efectúa a mitad de camino y la tercera antes de ingresar a la celda”, manifestó una mujer. Y agregó con asombro: “Mi esposo una vez me contó que las armas son ingresadas, a veces , en la carne congelada que es destinada para la alimentación de los presos”.
Luego de la balacera del viernes último, los heridos fueron trasladados en dos ambulancias. Edy B. fue llevado al quirófano, pues su estado de salud es grave. En la casa de salud se informó que uno de los proyectiles le impactó en la cabeza. “Fue necesario realizarle varias radiografías para ubicar la bala. La herida es muy delicada”, dijo un médico que lo atendió.
Cinco guías penitenciarios llegaron junto a las víctimas para vigilarlos en el hospital. “No podemos adelantar datos. Eso le corresponde a las autoridades de la cárcel y posteriormente a la Policía. Lo único que sabemos es que, luego de las 17:00 (del viernes), las detonaciones de las armas rompieron el silencio del centro penitenciario”, dijo uno de ellos.
“Corrimos hacía los pabellones B y C. Pese a que nos encontrábamos allí, los internos no dejaban de disparar. Esta fue una balacera con suerte porque, debido a la cantidad de disparos, pudo morir alguien. Las balas cruzaban las celdas, chocaban con las paredes y rebotaban”, dijo otro guía.
Agregó que para detener los disparos fue necesario solicitar la colaboración de los comandos especiales de la Policía. Estos llegaron desde Portoviejo 20 minutos después de haber comenzado el incidente. El agente precisó que la presencia de los uniformados en la prisión “marcó la diferencia para evitar una matanza, pues los heridos son reos muy peligrosos. Algunos han estado implicados antes en líos dentro de la cárcel”.
Los familiares de los heridos acudieron al hospital para conocer la salud de los heridos. “Vengo a visitar a un familiar cercano, quien se recupera. Qué vaina esto de las balaceras en El Rodeo, nadie las puede controlar, estoy pensando seriamente en no ir a visitar el lugar porque cualquier rato hasta nos pueden matar”.
Una mujer caminaba presurosa por los exteriores de la casa de salud. “No tengo dinero y tengo que comprar medicinas y sueros que no existen en el hospital, uno de los heridos es mi familiar”, contó.
Otros dos jóvenes se comunicaban a través de sus teléfonos celulares con sus parientes. Les decían que uno de sus primos había resultado herido después de un enfrentamiento en la cárcel.
“Casi los matan. ‘El Indio’ llevó la peor parte. Los otros se quejan, pero se salvarán”, decían mientras hablaban por teléfono.
Ayer fue el cambio de turno de los médicos de la casa de salud y dijeron no saber nada de los sucedido. “Las historias clínicas están en la sala de los pacientes”, señaló uno de ellos.
Cinco policías vigilaban en los exteriores de la casa de salud, mientras que en el interior seis gendarmes más estaban pendientes de los movimientos de los heridos. “No hay que descuidarse, muchos de estos presos son muy astutos y actúan de golpe, no queremos sorpresas”, mencionó uno de los uniformados mientras limpiaba su arma de fuego.