Conscripto Pablo Suárez: ‘En la guerra del Cenepa un body me dijo pégame un tiro, porque no soporto el dolor; una mina destrozó su pierna’

Conscripto Pablo Suarez, combatiente del conflicto bélico del Cenepa, que se dio entre Ecuador y Perú. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO

Conscripto Pablo Suarez, combatiente del conflicto bélico del Cenepa, que se dio entre Ecuador y Perú. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO

Conscripto Pablo Suarez, combatiente del conflicto bélico del Cenepa, que se dio entre Ecuador y Perú. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO

Estudiaba en Quito en un colegio de educación nocturna. Decidí volver a Chone (Manabí) para entregarme voluntariamente al servicio militar. No lo hice en Quito, porque pensé que me iban a dejar en la ciudad y yo quería irme a la selva. Lastimosamente, en esa época, coincidió que había una guerra. En ese entonces tenía 17 años.

Mi familia es de Chone. Tomé un bus y llegué a las 06:00 del 14 de diciembre de 1994. Enseguida fui al cuartel y dije que quería ser conscripto. Ni siquiera avancé a despedirme de la familia, porque nos pusieron en un bus y nos enviaron a Morona Santiago. Mi mamá lloraba y me decía que no me fuera, que me bajara del bus. Yo me despedí a lo lejos, desde el interior.

Llegamos el 15 de diciembre y nos entrenaron al menos 15 días en supervivencia de la selva. Nos dieron la bienvenida con carreras, trotes, ejercicios “para que olvidemos a papito y mamita”. Nos entregaron el uniforme. Luego nos repartieron a diferentes compañías.

A mí me asignaron el destacamento Teniente Hugo Ortiz, pasamos el río Santiago. Cerca había una cancha en la que días antes, cuando todavía no había enfrentamientos, decían los otros conscriptos que jugaban fútbol con los peruanos. Quedaba justo en la frontera.

Foto que muestra al Conscripto Pablo Suárez, durante el conflicto del Cenepa. Foto:Diego Pallero/EL COMERCIO

Llegué al destacamento justo después de la muerte del soldado (Héctor) Pilco. Ingresamos a una base que estaba más abajito del destacamento La Limonera.

Estuvimos unas tres noches haciendo guardia. Pasamos luego a primera línea para construir las bases, las trincheras, hacer camas con los materiales de la zona.

Poníamos plásticos, tierra, palos encima y otra vez plásticos para que no pasen las granadas. Cada trinchera que cavamos tenía dos metros para abajo. Entraban dos camas tipo litera.

Recuerdo que un día, en febrero, fuimos bombardeados en el destacamento. Venían tres helicópteros. Uno al destacamento Soldado Monge, otro iba al Teniente Hugo Ortiz, pero fue derribado con un misil Igla. Y el tercero se desvió para Twintza y también fue derribado. Fue en febrero, no recuerdo el día.

Luego de que supuestamente terminaron las hostilidades a finales de febrero, había más enfrentamientos. El 19 de agosto yo seguía haciendo mi conscripción en el destacamento. Íbamos a hacer un patrullaje en la mañana. Estaba programado que un grupo de comandos de Esmeraldas llegue. Eran como unas 28 personas.

Escuchamos una explosión y fuimos a verlos. Ellos cayeron en una trampa con minas. Quedaron heridas tres personas que iban en la mitad del grupo. Empezó una balacera. Me tocó ayudar a cargar al cabo (Rómulo) Morales. Por la gravedad de las lesiones queríamos evacuarlos rápido.

Subimos a una loma, pero mi compañero que estaba adelante se tropezó. Yo avancé a tomar al cabo para que no se cayera y salve su pierna que se desprendió. Yo estaba cubierto en sangre, porque la cargué en mi hombro. Llovía. Era difícil llegar. Mi uniforme era empapado de sudor, agua y sangre.

Por el dolor de las heridas, cuando lo asentamos ya dentro del destacamento que quedaba como a 20 minutos, me dice body, pégame un tiro porque no soporto el dolor. Por supuesto que no lo hicimos. Lo cuidábamos. Le administramos morfina. Por la tempestad que no podía ingresar el helicóptero. Toda la parte de abajo del cinturón estaba destrozada. Él murió tras dos horas que estuvo desangrándose. Yo lo cuidaba, porque yo lo cargué.

Foto de Pablo Suarez durante el conflicto del Cenepa. En esa época era conscripto. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO

Luego de su muerte, tuvimos que retomar la posición en el frente donde seguían escuchándose los balazos. Tenía miedo, porque vi el poder destructivo de las armas, pero igual nos tocó ir. Estábamos preparados y desde el primer día nos dijeron que en esta guerra o matábamos o moríamos.

Luego, cuando salimos, nos contaron que hubo un bono de guerra de 1,5 millones de sucres. No sabemos por qué, pero al menos a los conscriptos que estábamos en ese batallón, no nos dieron nada.

También constábamos en el parte de guerra original. Pero en el documento que se remitió al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social en el que están los héroes y heroínas no nos tomaron en cuenta.

Actualmente soy taxista. Vivo al día y no me quejo, pero me gustaría que se revise ese listado. Incluso planteamos un juicio. Quiero que el país sepa que yo también estuve en ese conflicto.

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