Sábado por la noche. Sofía Garcés (nombre protegido) circula en el auto de su hermano, un Daihatsu negro del 2008. Escucha música mientras avanza hacia el norte de Quito por la avenida 6 de Diciembre, a menos de 80 kilómetros por hora. Recuerda que minutos antes de las 19:00 se detuvo frente al semáforo rojo de la avenida El Inca. “Había un carro al lado izquierdo y otro atrás. Yo estaba en el carril del medio, cuando escuché un estruendo en el lado del copiloto. El vidrio se rompió”.
Entre San Isidro del Inca e Iñaquito, en el norte de la ciudad, se registra la mayor cantidad de asaltos a vehículos en movimiento”.
En septiembre hubo nueve casos (le siguen Cotocollao, La Concepción, Chillogallo y Turubamba con dos cada uno), según la Policía Judicial de Pichincha (PJ).Silvio Dávila, subjefe del Departamento de Delitos de la PJ, alerta sobre tres modalidades. Una es el ‘bujiazo’. “Consiste en romper el vidrio con parte de las bujías. Los delincuentes rompen la cubierta de porcelanato y se introducen ese fragmento en la boca. Lo calientan y escupen contra el vidrio de la víctima”. El porcelanato caliente y húmedo, lanzado como proyectil, triza el cristal.
Los delincuentes actúan en grupo, dice el oficial, parados, por lo general, en los parterres, cerca de los semáforos. “Fingen leer algo para no generar sospecha”.
Sofía recuerda que un hombre joven, delgado y blanco, quitó el seguro de la puerta. “Me dio la impresión de que ellos ya sabían que al hacer esto se abrían los seguros de todas las puertas”, refiere Sofía. El hombre se sentó en el lugar del copiloto, junto a ella. Otro desconocido, extranjero, subió por una de las puertas posteriores.
Con la luz verde del semáforo la forzaron a conducir. Se escuchó un grito: “¡Ya! camina”. “Todo sucedió muy rápido. Ninguna de las personas de los vehículos que estaban ahí hizo nada”, recuerda.
La segunda modalidad de asalto a conductores de vehículos en movimiento es fingir un choque. Dávila apunta: “Supuestamente, el causante del incidente se baja a arreglar el problema o, en ocasiones, a discutir, alegando que él ha sido agredido. También hay casos en los que los agresores simulan estado de embriaguez. Mientras la víctima discute, otras personas roban los objetos de valor que se encuentran en el automotor o se llevan el vehículo”.
Este modus operandi es novedoso e inusual, insiste Dávila, mayor de la Policía, porque el vehículo de los delincuentes resulta afectado. Los agresores suelen utilizar camionetas grandes, con guardafangos que sobresalen, para golpear a los vehículos. Esos automotores pueden ser robados.
Según las denuncias, las víctimas de este tipo de robos son, por lo general, personas que salen de fiestas, durante la madrugada.
Eran las 20:00 de un viernes. Margarita Montaño (nombre protegido) detuvo su vehículo frente al semáforo en rojo de las avenidas 10 de Agosto y Atahualpa. De pronto, sintió un choque en la parte posterior de su Chevrolet Aveo Emotion, color vino, del 2010. Se bajó para observar qué había ocurrido y empezó a discutir con el conductor de la camioneta que le había chocado.
“Él me pidió que fuéramos en los carros a un lugar menos transitado, a pocas cuadras, para arreglar el problema. En el camino llamé a mi esposo, que vino rápido en su vehículo. En una calle transversal comenzamos a hablar, cuando llegaron dos hombres en una moto y nos apuntaron a mi esposo y a mí con metralletas y ordenaron que nos lanzáramos al piso. Se llevaron todo lo que teníamos en los carros”, relata Margarita.
“La tercera modalidad para asaltar vehículos”, señala Dávila, “consiste en lanzar un huevo al parabrisas de la víctima”. La reacción inmediata del conductor es activar las plumas para limpiar. Sin embargo, esto ensucia por completo el vidrio y deja sin visibilidad al chofer. “Esta situación es aprovechada por los atracadores para interceptarlo”.
Margarita Montaño, funcionaria en una entidad financiera de Quito, no denunció el caso. El hecho traumatizó a su familia.
Edwin Pérez, fiscal de la Unidad de Delitos contra el Patrimonio Ciudadano, sostiene que en la Fiscalía están preparados para investigar este tipo de denuncias. Los especialistas, señala, buscan huellas que dejan los infractores, también el material recolectado por cámaras de video de seguridad de la ciudad, al igual que testimonios de testigos. Si la víctima no aporta con datos, la Fiscalía no puede avanzar, admite.
Dávila recomienda denunciar. La información sirve para montar operativos en sectores de mayor incidencia, dice. “Los ciudadanos que sufren un atraco deben acudir inmediatamente a la Policía Judicial. Los datos que aporten las víctimas son de gran utilidad para la investigación”.
Sofía Garcés denunció el caso, pero hasta ahora no encuentra respuesta ni ha recuperado lo perdido. La noche del sábado, fue obligada a conducir dos cuadras “que fueron eternas. El hombre que iba atrás me apuntaba con una pistola. Me ordenaron que curvara a la derecha, a un pasaje. Me quitaron la llave del carro y me ordenaron que pusiera la cabeza sobre el volante. Huyeron con mi bolso y 300 dólares”.