Entrevista a Víctor Jiménez / Presidente de Covial
Cuando entró en vigencia la Ley Orgánica de Tránsito en agosto del 2008, las personas cambiaron de actitud durante los primeros meses pero luego las infracciones volvieron a ser recurrentes en las calles. ¿Qué pasó?
Volvimos atrás porque la ley no se aplicó. Más de 100 artículos de la ley vigente nunca se aplicaron. Uno de los incumplimientos más evidentes fue la falta de creación de los juzgados de contravenciones.
Eso generó el represamiento de miles de contravenciones en las dependencias judiciales que siguen sin sentencia.
Y que no la tendrán porque prescriben a los 30 días.
¿Esa circunstancia motiva una conducta de irrespeto hacia la ley y de impunidad entre los infractores?
Esa conducta hubo siempre. Pero la falta de aplicación de sanciones les da más tranquilidad a los infractores y de alguna forma justifica ese proceder. El problema de la accidentabilidad es un problema de cultura y actitud.
El 2010 cerró con 15 785 víctimas de accidentes. ¿Cómo se puede frenar eso?
Eso se puede lograr con un cuerpo de autoridades y de agentes de control que apliquen cero tolerancia. Luego, que la administración de justicia responda a su mandato sin que exista tolerancia por los actos de corrupción. La cultura y la actitud de las personas tomarán al menos dos generaciones. Hay que empezar un proceso de educación y concienciación permanente con los niños y el núcleo familiar. El número de víctimas por accidentes de tránsito solo se puede comparar con un terremoto.
La reforma a la Ley Vial que se discute en la Asamblea propone sanciones más duras. ¿Eso puede persuadir a los actores viales para que dejen de cometer infracciones en las vías?
El temor a ser sancionado generará que pongamos más precaución y nos volvamos más responsables cuando actuemos como conductores, peatones o pasajeros.
¿El hecho de que no se aplique la Ley de Tránsito puede incidir en la reincidencia de las contravenciones, el incremento de accidentes y el riesgo en las vías?
La aplicación de la ley podría haber evitado el elevado número de accidentes de tránsito y víctimas. Su aplicación es muy importante para reducir la siniestralidad y moldear la conducta de los actores viales. Pero vemos que los accidentes de tránsito crecen año tras año, sin control.
“Los accidentes de tránsito son el flagelo social número uno”.