Imagen referencial. Una mujer considera que fallaron los protocolos para identificar a las víctimas de covid-19 en un hospital de Riombamba, y que por ello su familia no está segura de que la persona que enterraron era su tío. Foto: Twitter MSP
Lorena Cáceres es sobrina de Julio Concha, un ciudadano riombambeño de 50 años que falleció durante la emergencia sanitaria por el covid-19, en la capital de Chimborazo. Ella cuenta que la familia recibió dos llamadas a día seguido en las que indicaban que él había muerto.
Aquí su testimonio:
“El viernes 27 de marzo se sintió mal. Tenía fiebre y se fue al Hospital del Seguro Social. Los médicos lo revisaron y le recetaron paracetamol e ibuprofeno y le dijeron que vaya a la casa. Ese día no le practicaron ninguna prueba para saber si estaba contagiado con covid–19. Tampoco le preguntaron con quién había estado para activar un cerco epidemiológico.
La noche del lunes 30 de marzo se puso muy mal. Le faltaba la respiración y la novia con la que vivía llamó a la ambulancia. Los paramédicos lo trasladaron a otro centro asistencial de Riobamba, porque quedaba más cerca de su casa.
El personal de ese hospital nos dijo que estaba con oxígeno y que debía permanecer aislado por considerar un supuesto caso de covid-19.
El martes 31 de marzo nos dijeron que le iban a hacer la prueba. A la medianoche tuvo una crisis y lo intubaron. Quedó en coma 10 minutos y le reanimaron. Todo eso nos contaron quienes atendían a mi tío.
En la madrugada del 1 de abril no supimos más. En la mañana nos dijeron que ya no iban a practicarle la prueba, porque estaban seguros de que se trataba de una neumonía.
Luego nos dijeron que sí le iban a hacer para saber si tenía algo que ver con covid-19. Los resultados de esas pruebas no llegan hasta este día.
El domingo 5 de abril le cambiaron a terapia intensiva y a las 14:00 nos llamaron a informar que falleció. Los hijos bajaron al hospital para verle. No sabían qué tenían que hacer para sacar el cadáver y enterrarlo.
Una señora nos atendió. Hasta ahora no sabemos su cargo. Ella nos indicó que debíamos enterrarle rápido. Hicimos todo el proceso. Yo entré con mi primo a retirar el cadáver. La funcionaria de hospital nos dejó ver el cadáver embalado en una funda negra y nos indicó que por seguridad no se podía abrir. Yo noté la desesperación de la señora para que nos llevemos el cuerpo; era inusual.
Las personas del hospital ni siquiera nos quisieron ayudar a poner el cadáver en la caja. Los chicos de la funeraria nos ayudaron.
También nos pidieron que llamemos a la Policía para que agentes nos acompañen al cementerio para que constaten que llevamos al cadáver para enterrarlo.
El entierro lo hicimos cerca de las 17:30. Por ser una emergencia sanitaria no pudimos velarlo.
Nos permitieron ingresar al cementerio a los dos hijos de él, la novia y yo. Estuvimos con mascarillas, guantes, cabello recogido y todas las medidas.
Todo se complicó el lunes 6 de abril. Ese día, cerca de las 13:00, llaman a la novia de mi tío a decirle que se acerque a retirar el cadáver del señor.
La persona que estaba al otro lado de la línea dice que ha fallecido el domingo a las 19:00. La novia les contesta: ¿cómo me dicen eso si ya lo enterramos ayer a las 17:00?
La persona se disculpa. Dice apresuradamente mil disculpas. Nos hemos equivocado. No sabíamos de qué se disculpaba y nos quedó la duda.
Yo llamo a la doctora que atendió a mi tío para contarle. Ella me respondió: ¿sabe qué?, ya no estoy trabajando. Vaya al hospital.
Nos contactamos con el número registrado en el celular de la novia y les pido que me expliquen qué pasó.
Los que me atienden me dicen que la equivocación se dio porque hubo dos mujeres fallecidas el domingo.
Al principio me dijeron que una tenía un apellido similar, luego me dijeron que era su nombre el que se parecía y que por eso se confundieron.
Me ofrecieron enviar unas fotos de la bitácora. Pero yo les respondí que quería saber los nombres de las personas fallecidas y me los da.
Era efectivamente de dos mujeres y me reafirmaban que se trató de un error en la bitácora.
Me da los nombres de dos mujeres. Y nuevamente me vuelve a repetir el nombre de mi tío (que ha fallecido el domingo a las 19:00). Pero a qué jugamos, me está dando el nombre de mi tío. Voy a bajar al hospital.
No me quedé tranquila y bajamos al hospital. Ahí nadie nos quiso atender. El guardia nos dijo que vayamos a estadística y de ahí a otros lugares. Desde las 14:00 hasta casi las 17:00 permanecimos afuera. Una enfermera habló con mi primo.
Ahí cambian la versión. A él le dijeron que el domingo no se murió nadie y que se olvidaron de borrar los nombres de la bitácora. Nos dijeron que el médico que estuvo en terapia intensiva iba a salir a darnos la historia clínica, pero nunca salió. Viendo que no salía regresamos a la casa. Optamos por hacer la denuncia mediante los medios de comunicación, pensando que nos den respuesta.
Llegamos a hablar con el gerente del hospital. Nos indicó que pasando esta situación de emergencia nos íbamos a reunir para saber qué pasó. La señora Gobernadora dijo que se iba a comunicar conmigo para acompañarme al hospital a aclarar la situación. Hasta ahora estoy esperando la llamada.
Hasta el día de hoy no sabemos quién está en la tumba de mi tío. Lo que sí sé es que se saltaron el protocolo. Son cuatro pasos los que se dan cuando hay fallecimientos y uno de ellos indica que antes del embalaje, un familiar debe ver el cadáver.
Nosotros no pudimos ver qué cuerpo nos entregaron, porque cuando quisimos ver dijeron que no podíamos abrir las fundas en las que estaba. Ahora, buscamos que se haga una exhumación con peritos forenses para conocer si ese cuerpo es el de mi tío o no”.
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